Hoy toca escribir sobre los atentados contra la Educación Pública que
por decretazo Rajoy y sus secuaces han impuesto como uno más de su
infame listas de recortes sociales.
Es imposible decidir
cuál es el peor de todos los recortes porque claro, como decía mi
abuela, a ver que dedo me corto sin que me duela, pero lo de recortar en
Educación tiene bemoles porque atenta, además de contra el Derecho
Humano reconocido -deben haber olvidado que existe una declaración
universal al respecto- contra la posibilidad de crecimiento intelectual
de un pueblo entero. Una vez más, estamos ante una estrategia que
persigue el atontamiento colectivo de toda una sociedad entera. Es
grave.
Nos quieren tontos, por si alguien aún no ha
caído en la cuenta. Y mientras sepamos hacer la O con un canuto estarán
contentos porque no se traducirá nuestra ignorancia en aumento de las
tasas de analfabetismo, pero será perfecto para tenernos todo el día
enganchados al fútbol y al programa de corazón de turno, sufriendo por
el quinto divorcio de Perica la de los Palotes mientras dejamos a
nuestros hijos todas las mañanas en escuelas precarias sin darnos ni
cuenta de las consecuencias para su futuro y para el nuestro.
Hay
que apretarse el cinturón, pero es que ya no quedan agujeros. La
Educación nunca ha debido ser moneda de cambio porque es ni más ni menos
que la base cultural e intelectual de la sociedad entera e implica
muchísimas ramas de conocimiento y culturización, no solo los colegios:
la cultura, la investigación, el desarrollo en sí mismo de una sociedad
tiene que venir de la mano de su formación.
El próximo
mes de septiembre, miles de universitarios hijos de trabajadores no
podrán continuar o comenzar estudios universitarios por lo ya conocido
como el “tasazo”. Las matrículas se van a poner en prácticamente el
doble, y van a dejar fuera del juego de la competitividad capitalista a
personas cuyo único pecado ha sido no tener dinero ni posibilidad de
acceso a unas becas cada vez más inexistentes, sin tener en cuenta para
nada su valía académica o profesional.
Se recortan
profesores, 40.000 para ser más exactos, por si no estaba la profesión
suficientemente devaluada. Y por otra parte, se aumenta el ratio de
alumnos por clase. Todo ésto se traduce en más alumnos para menos
docentes. Y seguimos apretando el cinturón pero oye, nuestros impuestos
no bajan sino que suben... curioso, porque de ahí se paga a todo este
profesorado -o a los que queden- para que nuestros jóvenes dispongan de
un profesional cualificado y con unas condiciones de trabajo óptimas
para aportar los conocimientos necesarios. Ésto no es una limosna que el
bueno de Wert o anteriores ministros de alienación nos den
solidariamente. La Educación Pública es fruto de nuestro trabajo, de
nuestro dinero y de nuestras cotizaciones, y sin embargo se gestiona por
decreto ley, lo más parecido a un dictado que puede ejecutarse en esta
muy mal llamada democracia -y con minúsculas-. Un nuevo tanto que se
apuntan los ejecutores de este Estado de Excepción Nacional.
Vamos
a hacer un ejercicio de imaginación, aprovechando que soñar sigue
siendo gratis -no sabemos durante cuánto tiempo más-. Imaginemos un país
como el nuestro, donde de repente se multiplicaran el número de
escuelas públicas casi por el doble, con la consecuente atención de cada
vez más niños y jóvenes en las aulas. Imaginemos también que no hay
maestros suficientes para todas éstas escuelas, pero que en lugar de
abandonar el proyecto, se invierte en formar a más personas que le den
cobertura a las necesidades de ésta expansión educativa -ésto son
puestos de trabajo, por cierto- y en perfeccionar su currículum
formativo apostando por la enseñanza de metodologías y orientación
cultural, subiéndoles el sueldo y dignificando al máximo la que
probablemente sea la profesión más importante del mundo desde el punto
de vista del desarrollo social. Imaginemos también que el 25% de las
plazas universitarias son gratuítas, que la educación es laica,
imaginemos que la cultura llega hasta el último rincón de ese país
imaginario en forma de teatro, bibliotecas o exposiciones itinerantes,
poesía.
Ya hemos imaginado y seguro que nos ha gustado bastante
la perspectiva, ¿me equivoco?. Pues no es un sueño, señores, no es
utopía, es Bienio Reformista, Segunda República Española entre 1931 y
1933. Todo ésto algún día dejó de ser un sueño para ser una realidad en
la España de hace ochenta años. Y hoy, con todos los medios y el
desarrollo tecnológico y social que tenemos, no somos capaces de poner
nuestro sistema educativo ni a la mitad des rasero en el que quedó
entonces. Hubo un día en que tuvimos un proyecto educativo que respondía
a las necesidades del pueblo. Mejor dicho, hubo un día en que tuvimos
un sistema que respondía a las necesidades del pueblo. Así que ahora que
no pretendan venirnos con el “no se puede” porque sabemos que “si se
pudo”.
Mucho me dirán “estamos en crisis”, “no hay dinero
para eso”, “los tiempos han cambiado”. Y yo dijo que si no hay dinero,
que se lo pregunten a Bankia. Ya está bien de hipocresía, que aquí
dinero hay, lo que hay es una gestión siniestra del mismo que hace que
llegue a donde los ciudadanos no sacan partido de él. También hay un
déficit que los ciudadanos no han provocado y que no tienen porque pagar
ni con su dinero, ni con la calidad de sus servicios públicos.
Nosotros
queremos que con nuestro dinero se potencie nuestro sistema educativo
-entre otros- y sin embargo la pasta se va, ¿a dónde exactamente?... a
rescatar bancos que son referentes mundiales en el mercado de las armas.
Bankia, sin ir más lejos es el tercer banco que más invierte en la
industria armamentística de España siguiendo a BBVA y Banco Santander. Y
ahí se van los 10.000 millones de euros que se recortan en servicios
públicos. A sanear cuentas siniestras, que a veces implican incluso la
inversión en fabricación de armas prohibidas que no se hacen para
guardar en los arsenales sino para ser utilizadas, para hacer la guerra y
provocar muerte y sufrimiento. Ahí va nuestro Estado de Bienestar.
Yo
digo NO a toda esta sinrazón. Mañana a la huelga, y todos los días a la
lucha. No solo por nuestras tasas y nuestros maestros -que también-
sino por nuestra moral y nuestra responsabilidad ética de parar éste
delirio dictatorial que se ha montado el gobierno y que no responde a
los intereses de ningún ciudadano de a pie que solo quiere tener acceso a
lo que se merece a cambio de su trabajo: una educación de calidad y un
futuro de desarrollo de acuerdo a unos criterios morales que pueden
suponer -por qué no- que algún banco se vaya a pique pero digo yo, ante
el futuro de generaciones enteras, ¿qué más nos da que Bankia quiebre?
Mantengámonos
unidos hasta las últimas consecuencias por la defensa de nuestra
Educación Pública. Ni un paso atrás por nuestro futuro como ciudadanos,
porque la otra opción es un futuro como esclavos. De nuevo tenemos que
elegir. Yo elijo ser ciudadana y luchar por mis derechos. Yo elijo
colegios para los hijos que aún no tengo pero que otros tienen y
tendrán, y elijo para ellos profesores preparados, elijo inquietudes
intelectuales, elijo formación e investigación, y elijo cultura
accesible y universal. Yo elijo Educación Pública, Futuro y Libertad.
Ánimo
y fuerza para todos los que mañana saldrán a las calles de España a
defender lo que nunca debió ser una moneda de cambio. Sois un ejemplo
para todos y merecedores de un respeto y una admiración sin límites. Nos
vemos en la lucha pronto, compañeros.
Bonita semana para todos :)
Alba Sánchez
No debemos caer en el desánimo el árticulo es muy duro,pero real.
ResponderEliminarDebemos meternos en la cabeza que estamos en un sistema capitalista egoista y cruel"el que tenga oidos que oiga".Debemos luchar contra ese monstruo y las patrañas que nos cuenta.De seguir sumisos a él nos espera paro y miseria.
No se dice que el pueblo tiene la palabra,eso espero con toda mi alma.