lunes, 21 de mayo de 2012

POLÍTICAS MALEDUCADAS

Hoy toca escribir sobre los atentados contra la Educación Pública que por decretazo Rajoy y sus secuaces han impuesto como uno más de su infame listas de recortes sociales.


Es imposible decidir cuál es el peor de todos los recortes porque claro, como decía mi abuela, a ver que dedo me corto sin que me duela, pero lo de recortar en Educación tiene bemoles porque atenta, además de contra el Derecho Humano reconocido -deben haber olvidado que existe una declaración universal al respecto- contra la posibilidad de crecimiento intelectual de un pueblo entero. Una vez más, estamos ante una estrategia que persigue el atontamiento colectivo de toda una sociedad entera. Es grave.


Nos quieren tontos, por si alguien aún no ha caído en la cuenta. Y mientras sepamos hacer la O con un canuto estarán contentos porque no se traducirá nuestra ignorancia en aumento de las tasas de analfabetismo, pero será perfecto para tenernos todo el día enganchados al fútbol y al programa de corazón de turno, sufriendo por el quinto divorcio de Perica la de los Palotes mientras dejamos a nuestros hijos todas las mañanas en escuelas precarias sin darnos ni cuenta de las consecuencias para su futuro y para el nuestro.


Hay que apretarse el cinturón, pero es que ya no quedan agujeros. La Educación nunca ha debido ser moneda de cambio porque es ni más ni menos que la base cultural e intelectual de la sociedad entera e implica muchísimas ramas de conocimiento y culturización, no solo los colegios: la cultura, la investigación, el desarrollo en sí mismo de una sociedad tiene que venir de la mano de su formación.


El próximo mes de septiembre, miles de universitarios hijos de trabajadores no podrán continuar o comenzar estudios universitarios por lo ya conocido como el “tasazo”. Las matrículas se van a poner en prácticamente el doble, y van a dejar fuera del juego de la competitividad capitalista a personas cuyo único pecado ha sido no tener dinero ni posibilidad de acceso a unas becas cada vez más inexistentes, sin tener en cuenta para nada su valía académica o profesional.


Se recortan profesores, 40.000 para ser más exactos, por si no estaba la profesión suficientemente devaluada. Y por otra parte, se aumenta el ratio de alumnos por clase. Todo ésto se traduce en más alumnos para menos docentes. Y seguimos apretando el cinturón pero oye, nuestros impuestos no bajan sino que suben... curioso, porque de ahí se paga a todo este profesorado -o a los que queden- para que nuestros jóvenes dispongan de un profesional cualificado y con unas condiciones de trabajo óptimas para aportar los conocimientos necesarios. Ésto no es una limosna que el bueno de Wert o anteriores ministros de alienación nos den solidariamente. La Educación Pública es fruto de nuestro trabajo, de nuestro dinero y de nuestras cotizaciones, y sin embargo se gestiona por decreto ley, lo más parecido a un dictado que puede ejecutarse en esta muy mal llamada democracia -y con minúsculas-. Un nuevo tanto que se apuntan los ejecutores de este Estado de Excepción Nacional.


Vamos a hacer un ejercicio de imaginación, aprovechando que soñar sigue siendo gratis -no sabemos durante cuánto tiempo más-. Imaginemos un país como el nuestro, donde de repente se multiplicaran el número de escuelas públicas casi por el doble, con la consecuente atención de cada vez más niños y jóvenes en las aulas. Imaginemos también que no hay maestros suficientes para todas éstas escuelas, pero que en lugar de abandonar el proyecto, se invierte en formar a más personas que le den cobertura a las necesidades de ésta expansión educativa -ésto son puestos de trabajo, por cierto- y en perfeccionar su currículum formativo apostando por la enseñanza de metodologías y orientación cultural, subiéndoles el sueldo y dignificando al máximo la que probablemente sea la profesión más importante del mundo desde el punto de vista del desarrollo social. Imaginemos también que el 25% de las plazas universitarias son gratuítas, que la educación es laica, imaginemos que la cultura llega hasta el último rincón de ese país imaginario en forma de teatro, bibliotecas o exposiciones itinerantes, poesía.

Ya hemos imaginado y seguro que nos ha gustado bastante la perspectiva, ¿me equivoco?. Pues no es un sueño, señores, no es utopía, es Bienio Reformista, Segunda República Española entre 1931 y 1933. Todo ésto algún día dejó de ser un sueño para ser una realidad en la España de hace ochenta años. Y hoy, con todos los medios y el desarrollo tecnológico y social que tenemos, no somos capaces de poner nuestro sistema educativo ni a la mitad des rasero en el que quedó entonces. Hubo un día en que tuvimos un proyecto educativo que respondía a las necesidades del pueblo. Mejor dicho, hubo un día en que tuvimos un sistema que respondía a las necesidades del pueblo. Así que ahora que no pretendan venirnos con el “no se puede” porque sabemos que “si se pudo”.


Mucho me dirán “estamos en crisis”, “no hay dinero para eso”, “los tiempos han cambiado”. Y yo dijo que si no hay dinero, que se lo pregunten a Bankia. Ya está bien de hipocresía, que aquí dinero hay, lo que hay es una gestión siniestra del mismo que hace que llegue a donde los ciudadanos no sacan partido de él. También hay un déficit que los ciudadanos no han provocado y que no tienen porque pagar ni con su dinero, ni con la calidad de sus servicios públicos.


Nosotros queremos que con nuestro dinero se potencie nuestro sistema educativo -entre otros- y sin embargo la pasta se va, ¿a dónde exactamente?... a rescatar bancos que son referentes mundiales en el mercado de las armas. Bankia, sin ir más lejos es el tercer banco que más invierte en la industria armamentística de España siguiendo a BBVA y Banco Santander. Y ahí se van los 10.000 millones de euros que se recortan en servicios públicos. A sanear cuentas siniestras, que a veces implican incluso la inversión en fabricación de armas prohibidas que no se hacen para guardar en los arsenales sino para ser utilizadas, para hacer la guerra y provocar muerte y sufrimiento. Ahí va nuestro Estado de Bienestar.


Yo digo NO a toda esta sinrazón. Mañana a la huelga, y todos los días a la lucha. No solo por nuestras tasas y nuestros maestros -que también- sino por nuestra moral y nuestra responsabilidad ética de parar éste delirio dictatorial que se ha montado el gobierno y que no responde a los intereses de ningún ciudadano de a pie que solo quiere tener acceso a lo que se merece a cambio de su trabajo: una educación de calidad y un futuro de desarrollo de acuerdo a unos criterios morales que pueden suponer -por qué no- que algún banco se vaya a pique pero digo yo, ante el futuro de generaciones enteras, ¿qué más nos da que Bankia quiebre?

Mantengámonos unidos hasta las últimas consecuencias por la defensa de nuestra Educación Pública. Ni un paso atrás por nuestro futuro como ciudadanos, porque la otra opción es un futuro como esclavos. De nuevo tenemos que elegir. Yo elijo ser ciudadana y luchar por mis derechos. Yo elijo colegios para los hijos que aún no tengo pero que otros tienen y tendrán, y elijo para ellos profesores preparados, elijo inquietudes intelectuales, elijo formación e investigación, y elijo cultura accesible y universal. Yo elijo Educación Pública, Futuro y Libertad.


Ánimo y fuerza para todos los que mañana saldrán a las calles de España a defender lo que nunca debió ser una moneda de cambio. Sois un ejemplo para todos y merecedores de un respeto y una admiración sin límites. Nos vemos en la lucha pronto, compañeros.



Bonita semana para todos :)



Alba Sánchez

1 comentario:

  1. No debemos caer en el desánimo el árticulo es muy duro,pero real.
    Debemos meternos en la cabeza que estamos en un sistema capitalista egoista y cruel"el que tenga oidos que oiga".Debemos luchar contra ese monstruo y las patrañas que nos cuenta.De seguir sumisos a él nos espera paro y miseria.
    No se dice que el pueblo tiene la palabra,eso espero con toda mi alma.

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