miércoles, 3 de febrero de 2016

Declaración de intenciones



A veces te miro y me pregunto cómo conseguiré explicarte, el día que toque, la mierda de mundo a la que te he traído. Quizás pienses que, para esto, mejor estabas en ese limbo de lo inmaterial, en el mundo de las ideas de Platón, en la energía cósmica en abstracto que no se preocupa de la estupidez humana. Puede que no sea capaz de hacer que entiendas por qué te necesitaba, ni por qué os necesitamos. Porque quizás no comprendas que las responsabilidades de nuestros actos, los de mi generación y las anteriores, han decaer irremediablemente sobre tus hombros y lo de los que llegan ahora, contigo. Así son las cosas, ya lo decía -anteayer- Publio Terencio: “nada de lo humano me es ajeno”. Tienes que entenderlo. Tú eres la suma de las virtudes y los defectos, de las miserias y de las glorias de una especie, la humana, y de una civilización, la déspota e insaciablemente avariciosa Occidente. Esa es tu impronta y marca el inicio del camino que has comenzado a andar. No obstante, nada está marcado. Podrás buscar tus atajos o tus rodeos, tus vueltas, tus piedras, tus charcos y toda la orografía de tu vida a cada paso que des. Hazlo con conciencia, sabiendo quién eres y sobretodo, de dónde vienes. Solo así encontrarás algo parecido a respuestas que inevitablemente te llevarán a otras preguntas. 

Si solo fuese capaz de dejarte claro que eres una hija del pueblo, con todo lo que ello implica, ya podría morirme tranquila. Si lograse que amases la idea de la libertad tanto como yo lo hago, que luchases por ella contra viento y marea, con más pasión y con más ganas de las que yo le puse, que defendieses la propia y la ajena con igual intensidad. Si pudiese hacerte inmune al desencanto, a la flaqueza, a la frustración. Ciertamente, no puedo controlar en tu vida tanto como me gustaría para apuntalar tu no solo tu felicidad, sino tu paso por esta vida dando lo mejor de ti misma. Supongo que es parte del juego, que no estoy para construir tu vida, que eso lo harás tú. Espero que para poder hacerlo quieras consultar las experiencias que guardo para ti, los libros que te invitaré a leer, las películas que contigo querré comentar, las conversaciones que habremos de tener y los lugares que juntas podríamos visitar. Que con todo ello hagas en tu cabeza un puzzle que puedas unir con el resto de tus vivencias, de lo mejor que te de cada una de las personas importantes que pasen por tu vida. Si eliges el camino que te invito a recorrer, no verás una imagen clara en ese puzzle hasta que vaya muy avanzado, pero al final verás que en efecto, era una imagen tan hermosa que mereció la pena elaborarla con mimo. 

Te invito a que recorras el camino del librepensamiento, del estudio, de la crítica constante, de la observación aguda y de los ojos cansados de mirar, los oídos desgastados de oír, las yemas de los dedos encalladas de tocar y de sentir. Te aseguro que no es el camino más fácil, de hecho es a ratos incómodo, muchas veces cansado y a menudo cuesta arriba, pero sin duda merecerá la pena. ¿Por qué crees si no que tantos y tantas lo anduvieron anteriormente? ¿Por qué si no tantas personas entregaron su vida por no caminar la senda del conformismo o de la doblegación? 

Es emocionante mirar tu sonrisa, ajena a todo lo que te está esperando, pensar que tienes toda la vida por delante. Tenéis trabajo, porque os hemos dejado el mundo hecho unos zorros. No os lo merecíais, pero confiamos en vosotros para cambiar el rumbo de nuestra locura. ¿Te das cuenta? Sois la esperanza, los ladrillos que construirán un mundo, un país nuevo. Quizás, ojalá, un espacio donde todos quepan, donde las mujeres seáis por fin libres e iguales, donde la naturaleza sea respetada y la política sea una vocación de servicio y no un negocio, donde ningún vividor cobre sueldos obscenos y nadie se vaya al colegio sin desayunar.  Hay tanto por hacer que suena abrumador, ¿verdad? No te preocupes. No estarás sola. A tu espalda estaremos los que luchamos antes, que te acompañaremos mientras nos queden fuerzas, y junto a ti las nuevas filas de los hijos del pueblo, de las trabajadoras y trabajadores que dignifican cada día la naturaleza humana dando a los demás lo mejor de sí mismos. No te dejes engañar. Hay más gente buena que gente mala, aunque estos últimos hagan mucho ruido. Confecciona un corazón revolucionario y no estarás sola, porque estarás unida a los millones de corazones que han latido por la justicia y la libertad, y eso es lo más grande que podrá pasarte. 

Lucha. Mereces –merecéis- un mundo nuevo. Un viejo soñador describió hace algún tiempo la más hermosa cualidad de un revolucionario, que es ser capaz de sentir la injusticia cometida contra cualquier persona en cualquier parte del mundo. Hazla tuya. Vive con el corazón. Date sin medida a las causas más justas. Cuando estés al final de tus días y yo ya no esté contigo, espero que me recuerdes dándote la brasa con temas como el feminismo, el ecologismo, la lucha de clases, la memoria histórica, la justicia, la igualdad, la fraternidad, y de pronto observes tu propia trayectoria, mires atrás y pienses “Tenía razón, la pesada esta. Mereció la pena”. 

 Mamá ;)