lunes, 10 de octubre de 2011

Del capitalismo y otros demonios

Nos lo habíamos creído. ¿En qué narices estaríamos pensando? Íbamos a ser uno de ellos, íbamos a vivir nuestro sueño y todo indicaba que así sería (hace unos cuantos años) pero, ¿qué ha pasado con él? ¿dónde se han llevado nuestra promesa y a dónde? ¿qué ha sido del sueño americano que prometía un capitalismo que en su inmadurez parecía poder producir felicidad a espuertas para los trabajadores?
Era mentira, sencillamente. No se ha ido a ninguna parte ni nos lo han quitado, porque no se puede quitar a nadie lo que nunca tuvo. Nos vendieron humo y nosotros lo compramos, y ahora vemos que no es cierto el sueño americano que creíamos tener pendiente entre hipotecas, letras y horas y horas de duro trabajo. No es cierto, nunca lo tendremos, se trata de que creamos que sí llegará y sigamos trabajando para el sueño americano de otros pero el nuestro nunca llegará. Dada la gravedad de la crisis económica, política y social que se vive actualmente en occidente, me sorprende que aún haya quien lo crea, pero la única realidad es que nos han mentido. 


Vamos a abrir los ojos, por favor, que ya va siendo hora: el sistema capitalista no entiende de políticos de izquierda ni de derecha, sólo entiende de mercado y de rentabilidad. Todo lo que sea rentable en términos económicos tiene cabida en el sistema, y lo que no, no la tiene. Que resulte que lo “no rentable” sean personas, familias y vidas humanas... eso al planteamiento capitalista se la trae al fresco, para que todos nos entendamos. El sistema capitalista es un enorme mercado global sin más principio que el de enriquecerse a toda costa y lo más rápido posible desde el punto de vista de los que manejan el sistema en cuestión, si enfocamos desde el prisma de los trabajadores, el sistema capitalista los utiliza en beneficio de los gestores del sistema, ni más ni menos. Son piezas del siniestro puzzle en el cual se les hace pensar que cuentan con un enorme abanico de posibilidades cuando esto es una enorme mentira, porque las oportunidades en el capitalismo las da el dinero (y dinero y trabajo honrado no tienen porque ir necesariamente de la mano en este contexto), y el trabajador produce dinero o riqueza de la que se aprovecha el rico, el que si tiene motivos para querer el sistema capitalista, el que forma parte del uno por ciento de la población beneficiada con tan mezquindad. En definitiva: producimos para que otros vivan muy por encima de sus necesidades, cuando nosotros ya pagamos la luz a duras penas. 


La crisis económica que todo el mundo sufre, no es culpa de Obamas ni Zapateros, es fruto del propio sistema que se lleva a sí mismo a límites insospechados de insostenibilidad. Y nosotros, los trabajadores occidentales, empezamos a verlos ahora. Hemos comenzado a ser desahuciados de nuestras casas hace relativamente poco, no hace demasiado que no podemos pagar nuestras facturas, o que nuestros sueldos no dan para una vida digna, pero es que el capitalismo tampoco empieza y termina en nuestro horizonte, sino que también tiene otros mucho más propios de una película de terror. Existen realidades de duro trabajo infantil en situaciones de semiesclavitud que han mantenido durante décadas y aún mantienen el nivel de vida de occidentales despreocupados y sin conciencia de clase, y sin mucha conciencia en general, adscritos como becerros a la filosofía del 'just do it' que parecen no ser conscientes de que la diferencia entre ponerse las zapatillas o coserlas es solo una cuestión de suerte.


La clase media. No ha habido nunca, desde mi punto de vista, un bulo mayor. La clase media es el denominador común que buscaron los grandes capitalistas para englobar a la mayoría de la población, esos pobres ilusos que creían poder ambicionar en un sistema económico que respondería acorde a su trabajo, que se mataron a producir pensando que podrían con su esfuerzo vivir muy holgadamente, y que recibieron a cambio hipotecas desorbitadas -planteadas como si te hiceran un favor, para mas inri- y todo tipo de abusos en lo que a derechos de los trabajadores se refiere. La clase media es la clase trabajadora, ni más ni menos. Hay a quien le da alergia seguir pensando que existan las clases pero ahí están. Los nombres han cambiado, pero los roles son los mismos. Eso si, el 600, la lavadora y otra serie de comodidades tras el boom de los años sesenta hicieron que la mayoría olvidaran su conciencia de clase a cabo de nuevas comodidades estratégicamente estudiadas que crearían ese nuevo sentimiento: no soy un pobretón, tampoco estoy forrado, soy “clase media”. Venga ya. Eres lo que has sido siempre: un trabajador, que todo lo que tiene -poco o mucho- lo ha sacado adelante con su fuerza de trabajo.


En lo que a occidente se refiere: los bancos han recibido nuestro dinero – y no hablo únicamente de España porque hay muy pocos gobiernos occidentales que no hayan dado dinero a la banca privada- para cerrar el puño como los avaros que son. Para engrosar sus cuentas mientras continuaban echando a la gente de sus casas por no poder pagar lo que se supone que es un derecho constitucional: una vivienda digna, y que han convertido en todo un lujo. Se han reído y se ríen de todo lo conseguido en años de lucha obrera, intentan privatizar los derechos más básicos como la sanidad o la educación, para exprimir la rentabilidad que ello pueda tener, sin preguntarnos a nosotros si queremos ponerle precio a nuestra salud o nuestra educación, asumiendo de antemano que todos tenemos un precio y que todos, si pudiéramos, nos cambiaríamos por los gestores del sistema para vivir en su maloliente opulencia. Se cree el ladrón que todos son de su condición.


Pues hay mucha gente que no tiene un precio, y que está despertado y abriendo los ojos ante un sistema inhumano, depredador y peligroso para quien trata de ganarse la vida con su trabajo. Yo no me cambiaría por ellos, y me consta no ser la única, porque todavía hay conciencia de clase, todavía estamos quienes creemos que el trabajo dignifica, y que nadie puede hacerse multimillonario de forma muy honrada. Todavía hay mentes limpias y abiertas que no avarician todo y que creen que un mundo mejor es posible, un mundo donde no sean el dinero el principio máximo, sino los valores que definen lo mejor del alma humana, el primero: la justicia, y el segundo: la solidaridad. Ante la evidencia de que existimos, yo me pregunto, ¿a qué estamos esperando? Ahora que sufrimos la revancha, la particular “pesadilla americana” en occidente, ¿qué más necesitamos? Quizás sea el momento de hacer algo. Quizás ese algo ya ha empezado incluso. ¿Vamos a estar juntos en esto, o vamos a seguir creyéndonos la mayor mentira jamás contada?...


El boicot a este sistema que nos aletarga, que nos humilla, que nos roba, que nos insulta a nosotros y a quienes lucharon antes por nuestros derechos, que nos obliga a definirnos por lo que tenemos en lugar de por lo que somos y hacemos, es la respuesta. Salir del juego, sobreponerse al consumo masivo, nadar contracorriente y decir que ya basta, que la venda de nuestros ojos ha caído y hacernos oír, porque somos muchos más que ellos, y somos muchos los que creemos en la fuerza del pueblo unido contra este sistema siniestro y asesino, los desheredados de hoy tenemos la obligación de devolverles a las generaciones futuras la fe en la humanidad, en el hombre que piensa en el hombre... ¿lo haremos posible? Espero, deseo que si. 


Esta frase lo resume todo:  




También os dejo el tráiler del documental que ha inspirado en mí este artículo, del director Michael Moore y que si le poneis un poco de interés os explicará muchas de las cosas que puede que yo no haya conseguido dejar claras, os animo a verlo:

Salud y libertad (y una bonita semana para todos)
Alba Sánchez

6 comentarios:

  1. Con la entrega y el compromiso necesario, yo también creo firmemente que sí.

    ResponderEliminar
  2. El sábado demostraremos que aún tenemos fe. Me ha gustado mucho P

    ResponderEliminar
  3. Pone anónimo pero por como me llamas no me cabe duda de quien eres...jejeje. Me alegro de que te haya gustado y ya sabes, tu juegas en casa asi que a darlo todo!!! hasta la victoria!!!

    ResponderEliminar
  4. querer es poder, la union hace la fuerza.
    demostremos al sistema que podemos.

    ResponderEliminar
  5. Aaa creo que solo hay que protestar por la falta de solidaridad pero trabajar todo el dia y servir es bueno. El problema es que hay gente que no quiere hacer eso y creen que cumplir eso ees ser libres,pero la libertad esta en la mente y muchas veces las cosas (excesos?) Que quieren la gentee es solo un llenar de vacios y no es algo que se quiera realmente. Si, diganle a Ayn Rand que hay cosas irracionales porque su objetivismo se basa en que cualquier cosa que piense una persona es racional, pffff. Joel del cid

    ResponderEliminar

Gracias por tu opinión