domingo, 23 de octubre de 2011

Sobre la asepsia educacional y los transgresores de los 80

Ayer tuve una revelación. Yo nací en 1987, y el programa sobre el que voy a divagar en esta nueva entrada se emitió en Televisión Española (en la dos, el canal de minorías por excelencia, todo sea dicho) entre 1984 y 1988, por lo que con mi recién estrenada existencia su emisión solo coincidió un año en el que yo era un bebé sin poder evitarlo. Con toda esta parrafada quiero decir que yo no vi ese programa. Yo no vi a los Electroduendes, ni a la Bruja Avería, ni a los Toreros Muertos en las mañanas de los sábados. Yo no veía la Bola de Cristal. Lo vi ayer y aluciné, literalmente.

Lo vi de forma absolutamente casual, cuando Jorge -el mismo que suele comentar mis entradas- compartió algunos cortes de este programa en su muro de facebook. Yo me aburría y los miré, y se me abrieron unos ojos como platos. Este fue el primer vídeo que inspiró esta entrada:




La mala malísima Bruja Avería, que me sonaba de canciones que los que si tuvieron la suerte de verla en acción en su momento has ido enseñándonos, resulta que era una capitalista de tomo y lomo. No solo eso, era capitalista, malvada, bruja, fea... lo que se suele denominar una joyita, vamos. Seguramente los niños de entonces estaban muy lejos de saber lo que era el capital, la inflación, la guerra nuclear, el contrato social -que son solo algunos de los tecnicismos con los que la bruja nos deleita- pero no estaban tan lejos de saberlo como los que fuimos asépticamente educados con los programas infantiles que sucedieron a ese, y que nunca han mostrado ni un ápice de rebeldía (a Espinete me remito, cuyo principal problema era que no tenía ropa, aunque si pijama).

En este vídeo la Bruja que representa al sistema capitalista inculca valores sumamente negativos a este sistema, lo cual no puede ser más rebelde en la España que se estaba metiendo de lleno el capitalismo más maduro, precisamente, tras cuarenta años de dictadura. Su frases más gloriosas son: “produzco crisis y ruinas, y la razón nadie la adivina” , “ponen mucho empeño los banqueros, y los pobres sufren serios quebraderos” , “el capital a veces se las hace pasar mal, es natural, ¿cómo controlar un volcán?”,“hoy soy más rica que ayer, pero menos que mañana”. Sencillamente increíble soltar eso en aquella España, me quito el sombrero.

Tras este vídeo vi varios más, a cada cual más emocionada, y leí la información sobre el programa que encontré por aquí y por allá. Llegando a la conclusión de que tanto el formato como los contenidos de la Bola de Cristal me parecen increíbles, brutales, transgresores e intelectualmente muy avanzados a su tiempo (incluso a día de hoy serían muy avanzados a nuestro tiempo). Los niños que veían ese programa no entendían todo el trasfondo crítico que había tras las divertidas marionetas, pero probablemente absorbían las ideas, y los de más avanzada edad podrían empezar a diferenciar conceptos tan clave como “proletario”, o observar pasajes de acontecimientos históricos en clave de humor de la talla de la Revolución Francesa o la Revolución Industrial, estos son dos de mis favoritos, ahí los teneis:






Como habréis observado, la sátira y la sorna son abrumadoras. Y nada de dulcificar para los niños de entonces. En el primer vídeo podemos ver un desfile de decapitados en una sangrienta guillotina asi, sin más. Supongo que no decapitarían realmente a los muñecos por no repararlos, porque la diferencia habría sido mínima... Cuando vi esto pensé que todos los niños que vieron aquello deberían estar seriamente traumatizados pero luego llegué a la conclusión de que no, de que lo que no es normal es la asepsia y la pamplina con la que educamos ahora. Un poco de escenificación de la cara más dura de la Revolución Francesa no llenó en su día las consultas de los psicólogos infantiles. Sin embargo hoy es difícil encontrar a algún chaval que haya oído hablar de la Revolución Francesa o la Industrial antes de sus quince años, cuando la estudia en el instituto, y desde luego cuando la estudia no lo hace nunca bajo la severa crítica de la Bruja Avería y los electroduendes. Ellos eran visionarios que decían tanto con tan poco con frases de la talla de “estábamos hasta los watios de la aristocracia, nos fundían sin mucha gracia”, “queremos ser explotados con métodos más sofisticados” , “cabeza tras cabeza la humanidad progresa” “me siento muy honrado, voy a ser decapidato para que triunfe el libremercado” en el vídeo primer vídeo, o con otras sin desperdicio alguno en el segundo vídeo como “soy un proletario, no me pagan mi salario, y pese a todo soy un reaccionario”, “el obrero es una pieza de museo, lo conservamos por nostalgia, al fin y al cabo somos conservadores”, “estos...obreros, ¿comen?-solo bazofia, porquerías, carecen absolutamente de paladar” “viva el capital, viva la patronal” “haré una política de izquierdas y te fundiré sin que la conciencia me remuerda” “desde que los socialistas estamos en el gobierno, la vida es un infierno”. Ofrecer esto para todos los públicos es absolutamente trasgresor y revolucionario, y como todo lo que huele a rebeldía en nuestro país, no duró mucho.

Con algunas de las últimas frases que señalé en el anterior párrafo, y alguna que otra más, La Bola de Cristal se ganó un toque de atención por parte de la dirección de RTVE (encabezada entonces por Pilar Miró). Y es que no era ningún periodista, no era un programa de cotilleo, no era una película... era un programa infantil el que se atrevía a mostrar a sus cerca de cinco millones de espectadores una crítica voraz al socialismo de Felipe González. Esta actitud en los creadores del programa fue alimentado por el clima de explosión libertaria que algunos tuvieron la sensación de vivir en la movida madrileña, aunque desde mi punto de vista fuera otra estrategia de entretenimiento y “venta de la moto” transicional, pero La Bola de Cristal intentaba desde luego que esa moto fuera menos vendible, sacándole punta a casi todo lo que olía a poder, y enarbolando la crítica y la sátira como su bandera y su identidad. De hecho, hilando muy fino, poner a parir al gobierno y las formas de gobernar con vídeos como este, que una sutileza exquisita muestra lo que viene a ser un gobierno occidental típico y por cierto, una de las ministras lleva el pelo tricolor ;)



Mil quinientos años de gobierno, “ministro de misiles y humanismo”, “ministra de inmundicias, desperdicios y educación en general”, “misterio y finanzas, espiaciones y vergüenza ajena”... Ahí queda eso, sobran explicaciones.

Sin embargo no solo era esto, era mucho más: invitaban a los niños a leer, a viajar con la imaginación, a pagar el televisor (increíble pero cierto). Aparecían los Toreros Muertos (con ese nombre, sin anestesia), o Mecano cantando “no es serio este cementerio”, y nadie en la opinión pública censuraba nada, y sobre todo nadie pensaba que eso fuera una amenaza para nuestros niños, todo lo contrario. Todavía hay quien considera a la Bola de Cristal el mejor programa infantil de la historia de la televisión en España, y yo ahora me incluyo. Educaban sin paños calientes, ofrecían contenidos de elevadísimo nivel intelectual, no trataban a los niños como si fueran idiotas que necesitan contar diez murciélagos cuatro veces por semana ni intentaban hacerles creer que un niño podía irse de Nápoles a Argentina a buscar a su madre sin que ningún tipo de Servicios Sociales hiciera nada... la Bola de Cristal, bajo todo su plástico, alambres y poliespán, contaba historias de verdad, y lo hacía sacando sonrisas: la de la inocencia que no comprende aún a los más pequeños, y la de complicidad que comparte tu trasgresora idea en los más adultos. La conclusión básica que he sacado después de todo lo que he visto (y aún me queda) es que quienes hicieron ese programa tenían muy buenas ideas, como esta:



Por ello he querido homenajear a este programa en mi entrada, que espero os haya resultado interesante y amena, y sobre todo os invito a que sigáis indagando sus vídeos y sorprendiéndoos cada vez más y más. Nunca es tarde para abrir la mente un poco más y ver lo que a otros se les ocurrió y que puede alimentar nuestra propia conciencia, aunque sea casi treinta años después...

Ahora si que nunca jamás me reiré de la Bruja Avería... :)



Que tengais una bonita semana, y gracias de corazón por mis primeras mil visitas 
Alba Sánchez

lunes, 17 de octubre de 2011

Del sueño a la realidad: 15-0

He tenido que reflexionar mucho sobre en enfoque de este artículo antes de lanzarme a escribir. Han sido tantos aspectos los que me han llamado la atención sobre la última cadena de manifestaciones mundiales de los indignados internacionales que no sabía ni por donde empezar. De hecho tampoco se muy bien por donde hacerlo ahora, pero si espero más igual triunfa la Revolución y yo aún no la he mencionado en este, mi blog, tan revolucionario él. Así que allá va.

La convocatoria de manifestación del pasado quince de octubre llenó calles y plazas de centenares de ciudades, en más de setenta países de todo el mundo. Esto es un hecho contrastable, irrevocable. Por mucho que algunos sigan asociando el movimiento nacido en el quince de mayo en Madrid con prácticas “perroflautistas” (con todos mis respetos a quien se considere “perroflauta” dentro del movimiento), lo único cierto es que la gente está harta y ha salido a la calle. Esto es el comienzo de algo grande, y los de arriba lo saben. Cuando dicen que son cuatro gatos los que llenaron hasta la bandera la Puerta del Sol de Madrid, es el miedo el que habla. Porque saben que algo está cambiando en el orden mundial. Han visto que de repente, el pueblo que sostenía sus largos y pesados trenes de vida resulta que también quiere su parte del pastel (sus partes del pastel, que cuando se reparte de verdad, salen muchas porciones nada desdeñables) y no saben que decir al respecto.

Ahí quedan comentarios de la talla del hecho por ese personaje que fue presidente del gobierno, que lleva un cada vez más descolorido bigote, y cuyo nombre no escribo porque no me da la gana hacerle más ciberpublicidad (ya sabemos todos de quien estamos hablando), que ha dicho que el movimiento 15M es "marginal y poco representativo electoralmente hablando". Yo le respondería que se gradúe las gafas, porque en la Plaza de Sol de Madrid había mucha, mucha más gente el sábado pasado luchando por sus derechos y por hacer oír su voz de la que suele haber en nochevieja comiéndose las uvas (y todos los provincianos alucinamos con la de gente que se junta allí para despedir el año, ¿no?).

También le diría que se olvide de la representatividad electoral, que esta gente no está ahí pensando únicamente en las elecciones en las que él piensa hacer de su compi gallego un “presidente”, que esa obsesión por el voto es solo de ellos, de la decadente clase política española que solo ve votos donde hay personas, familias y vidas. La gente que salió a la calle el quince de octubre muy probablemente no va a responder a su deseo electoral de meter la papeleta de la gaviota en el sobrecito, y de ahí esas palabras tan sobradas, y esa actitud altiva que le impide ver que el pueblo al pueblo no le interesa su desgastado sistema bipartidista, y que estas protestas van a ir mucho más allá de las elecciones del veinte de noviembre, por lo que yo les recomendaría a unos y a otros que ni escupan tan alto, ni se duerman en las pajas después de las elecciones, pues esto no ha hecho más que empezar.

También he leído en ese diario de las tres letras que la convocatoria del 15O ha tenido un “escaso seguimiento” en Oriente Medio, habiéndose reproducido manifestaciones únicamente en Egipto y Jordania con algunas veintenas de personas únicamente. Desde luego hay que tener las miras cortas para no ver lo importante que son esas veintenas de personas y lo significativo que resulta que Oriente y Occidente se unan (cada uno en la medida de las posibilidades que les otorga su entorno nacional) en esta misma reivindicación. Pero bueno esto es un caso más que ilustra aquella célebre frase de que no hay peor ciego que el que no quiere ver.

De todas maneras, ya no es un asunto de países. El problema de quienes no creen que esto vaya a llegar a nada es, en primer lugar, que no quieren creerlo, y en segundo lugar, que tienen una visión muy limitada del asunto. Si es en España, con las elecciones a la vuelta de la esquina, simplemente hacen sus cuentas para ver que no fallen los escaños esperados y una vez hechas, ignoran el asunto. Si es Estados Unidos, una columna policial escoltará a los indignados a modo de bozal, muy en su línea. Si se trata de Italia, podemos plantearnos incluso infiltrar gente muy bestia que desprestigie el movimiento. En definitiva: barren para casa sin darse cuenta de que los trabajadores, el pueblo indignado, ya no conoce barreras. Todos vamos en la misma dirección, ahora somos internacionales, y protestamos unos por los asuntos de otros, que al fin y al cabo, son los nuestros mismos. La solidaridad obrera ha renacido y no lo quieren ver. Pero lo verán, lo verán.

La que no vio la retransmisión en directo de la manifestación de Madrid desde Dublín fui yo, porque no la hubo. Resulta que una servidora se ha pasado cinco años en una facultad estudiando el tema y tal, y por más vueltas que le daba no se me ocurría que hubiera noticia más importante que esta para cubrir en directo. Pues ni privadas, ni pública oye. Ni radios, ni periódicos, ni canales de televisión, ni “todo noticias” ni leches. En la mayoría de los canales había fútbol y seguimientos de la manifestación en falso directo, que así no se cuela nada, el crimen perfecto. En fin, si a eso le llamamos hacer periodismo, ya podemos apagar e irnos. Porque creo recordar que ciertas manifestaciones antiabortistas, visitas papales, o equipos de fútbol paseándose en autobús por la Castellana si tuvieron su retransmisión en directo, ¿verdad? O sea que no será por falta de medios, será por falta de huevos, quizás.

A pesar de que todo esto que cuento suena tan desalentador, no son sino buenas noticias. Porque nos tienen miedo. Por que si no se nos oyera, el señor del bigote jamás habría sido interrogado sobre nuestro movimiento en el otro lado del charco; porque aunque falseen la información, es un gran paso que haya personas en Oriente Próximo que se apunten al carro; porque nos temen y atan corto a sus medios, aquellos que han de hacerles la cama. Porque no saben como enfrentarse a la fuerza del trabajador cabreado, ahora internacional, y por ello dicen no creer que esto sea significativo.

Mientras tanto nosotros, los que si creemos, hemos de seguir en la brecha. Podemos estar muy orgullosos de lo conseguido hasta ahora en todas y cada una de las ciudades donde se ha seguido la convocatoria o se ha intentado seguir. Podemos decir con la cabeza muy alta que defendemos lo nuestro, y que no nos damos por vencidos. Ahora tenemos la sartén por el mango, solo es cuestión de no soltarla y no desistir, yendo paso a paso a más y a mejor. Seguir manifestándonos allá donde estemos, no desesperar. Dejemos que se haga a fuego lento el plato que pronto nuestros opresores tendrán que comerse bien frío. Pero trabajemos todos a una, sin tirar la toalla. Hay mucho por hacer pero tenemos ganas y fuerza para hacer que las generaciones venideras estén orgullosas de lo que hicimos por el futuro de ellos además de por el nuestro, porque como bien coreábamos el sábado hasta la saciedad, nosotros somos el 99%.




Dicho esto, os dejo con mi nuevo fondo de pantalla:




Bonita semana para todos!!! :)

Alba

lunes, 10 de octubre de 2011

Del capitalismo y otros demonios

Nos lo habíamos creído. ¿En qué narices estaríamos pensando? Íbamos a ser uno de ellos, íbamos a vivir nuestro sueño y todo indicaba que así sería (hace unos cuantos años) pero, ¿qué ha pasado con él? ¿dónde se han llevado nuestra promesa y a dónde? ¿qué ha sido del sueño americano que prometía un capitalismo que en su inmadurez parecía poder producir felicidad a espuertas para los trabajadores?
Era mentira, sencillamente. No se ha ido a ninguna parte ni nos lo han quitado, porque no se puede quitar a nadie lo que nunca tuvo. Nos vendieron humo y nosotros lo compramos, y ahora vemos que no es cierto el sueño americano que creíamos tener pendiente entre hipotecas, letras y horas y horas de duro trabajo. No es cierto, nunca lo tendremos, se trata de que creamos que sí llegará y sigamos trabajando para el sueño americano de otros pero el nuestro nunca llegará. Dada la gravedad de la crisis económica, política y social que se vive actualmente en occidente, me sorprende que aún haya quien lo crea, pero la única realidad es que nos han mentido. 


Vamos a abrir los ojos, por favor, que ya va siendo hora: el sistema capitalista no entiende de políticos de izquierda ni de derecha, sólo entiende de mercado y de rentabilidad. Todo lo que sea rentable en términos económicos tiene cabida en el sistema, y lo que no, no la tiene. Que resulte que lo “no rentable” sean personas, familias y vidas humanas... eso al planteamiento capitalista se la trae al fresco, para que todos nos entendamos. El sistema capitalista es un enorme mercado global sin más principio que el de enriquecerse a toda costa y lo más rápido posible desde el punto de vista de los que manejan el sistema en cuestión, si enfocamos desde el prisma de los trabajadores, el sistema capitalista los utiliza en beneficio de los gestores del sistema, ni más ni menos. Son piezas del siniestro puzzle en el cual se les hace pensar que cuentan con un enorme abanico de posibilidades cuando esto es una enorme mentira, porque las oportunidades en el capitalismo las da el dinero (y dinero y trabajo honrado no tienen porque ir necesariamente de la mano en este contexto), y el trabajador produce dinero o riqueza de la que se aprovecha el rico, el que si tiene motivos para querer el sistema capitalista, el que forma parte del uno por ciento de la población beneficiada con tan mezquindad. En definitiva: producimos para que otros vivan muy por encima de sus necesidades, cuando nosotros ya pagamos la luz a duras penas. 


La crisis económica que todo el mundo sufre, no es culpa de Obamas ni Zapateros, es fruto del propio sistema que se lleva a sí mismo a límites insospechados de insostenibilidad. Y nosotros, los trabajadores occidentales, empezamos a verlos ahora. Hemos comenzado a ser desahuciados de nuestras casas hace relativamente poco, no hace demasiado que no podemos pagar nuestras facturas, o que nuestros sueldos no dan para una vida digna, pero es que el capitalismo tampoco empieza y termina en nuestro horizonte, sino que también tiene otros mucho más propios de una película de terror. Existen realidades de duro trabajo infantil en situaciones de semiesclavitud que han mantenido durante décadas y aún mantienen el nivel de vida de occidentales despreocupados y sin conciencia de clase, y sin mucha conciencia en general, adscritos como becerros a la filosofía del 'just do it' que parecen no ser conscientes de que la diferencia entre ponerse las zapatillas o coserlas es solo una cuestión de suerte.


La clase media. No ha habido nunca, desde mi punto de vista, un bulo mayor. La clase media es el denominador común que buscaron los grandes capitalistas para englobar a la mayoría de la población, esos pobres ilusos que creían poder ambicionar en un sistema económico que respondería acorde a su trabajo, que se mataron a producir pensando que podrían con su esfuerzo vivir muy holgadamente, y que recibieron a cambio hipotecas desorbitadas -planteadas como si te hiceran un favor, para mas inri- y todo tipo de abusos en lo que a derechos de los trabajadores se refiere. La clase media es la clase trabajadora, ni más ni menos. Hay a quien le da alergia seguir pensando que existan las clases pero ahí están. Los nombres han cambiado, pero los roles son los mismos. Eso si, el 600, la lavadora y otra serie de comodidades tras el boom de los años sesenta hicieron que la mayoría olvidaran su conciencia de clase a cabo de nuevas comodidades estratégicamente estudiadas que crearían ese nuevo sentimiento: no soy un pobretón, tampoco estoy forrado, soy “clase media”. Venga ya. Eres lo que has sido siempre: un trabajador, que todo lo que tiene -poco o mucho- lo ha sacado adelante con su fuerza de trabajo.


En lo que a occidente se refiere: los bancos han recibido nuestro dinero – y no hablo únicamente de España porque hay muy pocos gobiernos occidentales que no hayan dado dinero a la banca privada- para cerrar el puño como los avaros que son. Para engrosar sus cuentas mientras continuaban echando a la gente de sus casas por no poder pagar lo que se supone que es un derecho constitucional: una vivienda digna, y que han convertido en todo un lujo. Se han reído y se ríen de todo lo conseguido en años de lucha obrera, intentan privatizar los derechos más básicos como la sanidad o la educación, para exprimir la rentabilidad que ello pueda tener, sin preguntarnos a nosotros si queremos ponerle precio a nuestra salud o nuestra educación, asumiendo de antemano que todos tenemos un precio y que todos, si pudiéramos, nos cambiaríamos por los gestores del sistema para vivir en su maloliente opulencia. Se cree el ladrón que todos son de su condición.


Pues hay mucha gente que no tiene un precio, y que está despertado y abriendo los ojos ante un sistema inhumano, depredador y peligroso para quien trata de ganarse la vida con su trabajo. Yo no me cambiaría por ellos, y me consta no ser la única, porque todavía hay conciencia de clase, todavía estamos quienes creemos que el trabajo dignifica, y que nadie puede hacerse multimillonario de forma muy honrada. Todavía hay mentes limpias y abiertas que no avarician todo y que creen que un mundo mejor es posible, un mundo donde no sean el dinero el principio máximo, sino los valores que definen lo mejor del alma humana, el primero: la justicia, y el segundo: la solidaridad. Ante la evidencia de que existimos, yo me pregunto, ¿a qué estamos esperando? Ahora que sufrimos la revancha, la particular “pesadilla americana” en occidente, ¿qué más necesitamos? Quizás sea el momento de hacer algo. Quizás ese algo ya ha empezado incluso. ¿Vamos a estar juntos en esto, o vamos a seguir creyéndonos la mayor mentira jamás contada?...


El boicot a este sistema que nos aletarga, que nos humilla, que nos roba, que nos insulta a nosotros y a quienes lucharon antes por nuestros derechos, que nos obliga a definirnos por lo que tenemos en lugar de por lo que somos y hacemos, es la respuesta. Salir del juego, sobreponerse al consumo masivo, nadar contracorriente y decir que ya basta, que la venda de nuestros ojos ha caído y hacernos oír, porque somos muchos más que ellos, y somos muchos los que creemos en la fuerza del pueblo unido contra este sistema siniestro y asesino, los desheredados de hoy tenemos la obligación de devolverles a las generaciones futuras la fe en la humanidad, en el hombre que piensa en el hombre... ¿lo haremos posible? Espero, deseo que si. 


Esta frase lo resume todo:  




También os dejo el tráiler del documental que ha inspirado en mí este artículo, del director Michael Moore y que si le poneis un poco de interés os explicará muchas de las cosas que puede que yo no haya conseguido dejar claras, os animo a verlo:

Salud y libertad (y una bonita semana para todos)
Alba Sánchez