martes, 28 de octubre de 2014

¿LÍDERES O REPRESENTANTES? REFLEXIONES SOBRE UN EXCESO DE PERSONALIZACIÓN DE LA NUEVA POLÍTICA

Cuando era muy pequeño, mi hermano mayor dejó a mis padres perplejos un día que soltó por aquella boquita de apenas cuatro años un eslogan político: “¡Vota a Felipe González!”. Ha sido una historia muy cacareada y muy reída en las sobremesas de mi familia durante décadas. De fondo a esa anécdota observo una contexto político muy concreto: imaginemos cuál no sería el bombardeo propagandístico de entonces con la figura de González para conseguir colar esta frase en el cerebro de un pequeñín que no sabía ni lo que es votar, ni quién diantres era Felipe González. Cosas de la comunicación política, un ejemplo de éxito.

Actualmente el partido que entonces lideraba González hace aguas. Han pasado de buque insignia de la izquierda española, a barcaza a la deriva que hace mucho tiempo que ya no vira a la izquierda. El perfil de la izquierda en el imaginario colectivo ya no encaja con aquellas chaquetas de pana que se ponían los socialistas en los mitines. Los mismos que hoy viven en la Moraleja y tienen a banqueros por vecinos. Ahora hay nuevas caras en el lado izquierdo del candelero político, y sin embargo se observa cierta tendencia a repetir los mismos errores del pasado desde la ciudadanía. Si mi hermano tuviera hoy los cuatro tiernos años que tenía en 1986 igual no decía “Vota a Felipe González”, pero puede que soltara “Vota a Pablo Iglesias”. ¿El problema de fondo? A mi juicio, un exceso de personalización de una causa puramente política, un líder endiosado y un bombardeo mediático que a veces deja poco margen de maniobra para el análisis político serio basado en la ideología.

Podemos no es Pablo Iglesias. Cuanto antes entendamos esto, más podremos observar y comprender la propuesta real de este nuevo grupo político. Particularmente he decidido darles el beneficio de la duda, es más, me parece que su programa tiene sentido. Claro que a la vez observo esta desconcertante situación donde la atención está tan centrada en las acciones, indicaciones y declaraciones de una persona concreta, y al hablar con la gente me da la sensación de que muchos de los que le ven o escuchan en el prime time de los medios de masas pueden considerar que ya lo saben todo de Podemos solo por verle a él decir su opinión. Si nos centramos demasiado en la figura no llegaremos al mensaje que trata de transmitirnos todo lo que ésta tiene detrás. 



En este país somos pocos dados a la lectura, supongo que con esto no revelo ningún secreto de sumario ni de Estado. Tampoco hemos sido grandes amigos del análisis político tradicionalmente hablando, incluso se podría decir que hemos sido demasiado laxos en lo que a nuestra formación política se refiere, y hemos pagado por ello. Afortunadamente parece que vamos despertando y observando el jardín en el que nos movemos, y si no nos gusta lo que vemos incluso damos un paso al frente y lo decimos. La calle clama un cambio y Podemos sugiere un rumbo para este cambio: ¿se va a quedar el pueblo con lo que nos vendan a través de la televisión, o va a ir al grano del asunto? Ese grano podría ser el programa electoral, o los autores a los que se citan constantemente en el discurso de Iglesias, podría ser el programa, podría ser la ideología. Entiendo que cada vez hay más gente con una cultura política elaborada, y precisamente por ello no nos podemos quedar a medias, debemos entender que los líderes vienen y se van, cambian, triunfan, fracasan, trasladan ideas, pero no son la idea en sí misma.

El PSOE es un buen ejemplo: cambia de secretario general por motivos estéticos y de renovación, pero sin haber defendido ni ejecutado una política de izquierdas desde la transición, por lo que al votante de izquierdas se la pela este cambio de cara y las estadísticas dicen de ellos lo que dicen (las últimas, realizadas para Telecinco, sitúan a Podemos ya como segunda fuerza política por enciam del PSOE). De Felipe es aquella frase lapidaria que decía “hay que ser socialista antes que marxista”, reinventando el socialismo para hacerlo encajar en su proyecto de izquierda sistémica neoliberal. En este caso, como lo dijo el líder y como se empezaba a diluir la politización de la sociedad en favor de un entorno hiperconsumista que nos mantuviera alejados de Engels o Gramsci, aquello era palabra sagrada. Las consecuencias de aquel líder sobre-explotado las estamos pagando aún hoy, y el PSOE más que nadie, porque entre tanta fanfarria mediático-electoral, han perdido su marca ideológica, lo único que puede trascender a todos los líderes que quieran poner, la esencia misma de un partido y el color del alma de sus votantes. En definitiva, nadie tiene ni idea de qué contenido ideológico hay detrás del PSOE, y entramos en el debate estéril: ¿Marx? ¿Lenin? Parece que no... ¿Keynes? Quizás. ¿Keynes era de izquierdas o de derechas?... Oiga, por favor, no me líe usted.

La izquierda española vive un momento único de oportunidad para tomar por fin las riendas de lo que vaya a pasar con el futuro de los pedazos que aún quedan de este país. Esto es motivo más que suficiente para hacer muy bien los deberes y no caer en errores pasados. La derecha ha llegado al poder con fuerza y determinación y ha mostrado su cara más dura arremetiendo contra los trabajadores hasta límites que no habríamos sospechado. El mensaje de izquierdas vuelve a calar en la gente aunque solo sea porque el sentido común que siempre lo ha caracterizado, ahora es un recurso en sí mismo contra la sinrazón imperante. Sigue mereciendo la pena defender los valores de la izquierda, desde cualquier púlpito. Desde la muy respetable historicidad de Izquierda Unida, desde el enlace con los valores ecologistas de Equo, o desde la novedad y el experimento en nuevas formaciones de Podemos. Así como en tantos otros colectivos nuevos y antiguos. Todo vale si detrás hay ideas, hay convencimiento al margen de la cabeza visible, de todas las personas que acorde a un criterio formado en libertad y con independencia, comprendan y compartan lo que les cuenta quien, en ese momento, haya asumido la labor de la representación. 

Desde aquí mi pequeño llamamiento a la sobriedad de un mensaje ideológico, aprovechando la ocasión para saludar y dar mi enhorabuena a todas las personas que componen Podemos en su base, que no son Pablo Iglesias pero son muy válidas y comprometidas, trabajan y defienden propuestas por encima de la dinámica mediática. Mi aplauso para ellos por intentar llevar a cabo el cambio. Mi aplauso a la izquierda por seguir adelante: a Podemos y a todas las izquierdas que reclamen un mundo más justo desde las diferentes perspectivas que el librepensamiento nos permite.


Alba Sánchez

miércoles, 22 de octubre de 2014

ESCÁNDALOS PARA RATO

Después de un año sin escribir y con la cantidad de cosas que han pasado, no tenía ni idea de qué tema escoger para volver a la carga con las teclas más afiladas que nunca. Finalmente han ganado las tarjetas black, esto no quiere decir que la gestión del ébola por parte del gobierno no haya hecho sus méritos para merecerse un repaso, pero al final esto ha sido algo así como unos premios al miserable de la semana (o del mes) y finalmente Rato, Blesa y su séquito han vencido, aunque hay que reconocer que Mato, González y Rodríguez han defendido el trono con ahínco.

En este país llamado España, cuando crees que lo has visto todo en materia de corruptelas, llega Rodrigo Rato y se vuelve a reír en tu cara. Ya hemos perdido la cuenta de las veces que este hombre se lo ha llevado calentito, y aún así ha formado parte ni más ni menos que del partido de gobierno hasta que él mismo ha decidido marcharse (y temporalmente). Para el PP el horno ha dejado de estar para bollos hace bastante tiempo, pero hay que ser comprensivos con la tardanza en expulsarle porque son muchas las crisis y escándalos a gestionar, y pocos los cerebros disponibles. 



Retomando el tono serio que semejante escándalo merece: recuerdo cuando mi padre me ha comentado (más de una y de dos veces) que en la época de Felipe González poner el telediario era hasta entretenido por la cantidad de historias que parecían más propias de una peli de la mafia que de un país democrático. Pues bien, año 2014, ver el telediario vuelve a ser alucinante. Ahora resulta que los mismos que decían que los ancianos preferentistas sabían muy bien lo que firmaban han hecho el agosto con una tarjeta de crédito que no declaraba impuestos, y no saben cómo. Arturo Fernández, presidente de la patronal de Madrid, visiblemente incómodo en una entrevista con Ana Pastor, afirmó que las tarjetas eran para “gastos de representación”, para unos minutos después decir que eso de “representación” era relativo, cuando la periodista sacó a relucir gastos de más de 120 euros en farmacias. “Necesitaría una aspirina aquel día”, se atrevió a soltar por esa boquita, incluso añadiendo que “serían varias aspirinas” ante la cara de Pastor, a caballo entre la incredulidad y la pura sorna.

Habría que decirle al “señor” Fernández que una cosa es que te roben por la espalda (y no te enteres), y otra que te mientan en la cara (que sí te enteras), y que si le queda un mínimo de vergüenza, el comentario de las aspirinas está absolutamente fuera de lugar. Rodrigo Rato está muy afectado por el tema, según contó Arturo en la misma entrevista. Supongo que no estará tan afectado como todos los preferentistas que tienen su dinero atrapado por sus malas artes bancarias. Supongo que no es peor que te pillen gastándote más de 2.000 euros en vino a quedarte sin casa por tener tus ahorros de décadas fuera de servicio. Dentro de lo malo, Fernández ha devuelto el dinero, como siete de los 87 consejeros y directivos que poseían este tipo de tarjetas. De todos ellos nueve han optado por la dimisión (pocos, a mi entender) y solo uno ha sido destituido. Vivir para ver.

¿Qué debemos entender de aquellos que ni dimiten ni devuelven el dinero? Pues nada nuevo, señoras y señores. Más de lo mismo. Son unos españolitos de la especie más casposa, de esta que prefiere callarse y esconder la cabeza mientras pasa el temporal y salpica más a otros, porque al fin y al cabo, si cuela, cuela. Ese dicho en este país lo tenemos más que aprendido. Con esto no quiero decir que los que han devuelto el dinero o dimitido sean mejores personas, pero al menos asumen que les han cazado. Otra cosa es que se haga justicia porque los años de robos, el engaño de las preferentes, la falta de crédito que ha llevado a miles de personas a la ruina, todo el derroche... No se cómo podría hacerse justicia real ante tantos y tantos años de despropósitos, de estafas y de desvergüenza. Devolver el dinero no es ni mucho menos suficiente para reparar todo el daño que han hecho pero claro, este es el país donde un condenado a cárcel espera el indulto en su casa, no nos olvidemos de Fabra. Aquí todo es posible.



Que todos quienes se beneficiaron de estas tarjetas fueran inmediatamente destituidos e inhabilitados para cargos directivos públicos o privados, y los preferentistas fueran indemnizados en calidad de víctimas, sería para mí un comienzo de algo parecido a la justicia con respecto a este tema. Por supuesto la devolución íntegra de hasta el último céntimo de dinero estafado sería condición sine qua nom para poder empezar a tomar en serio la justicia de este país. Si además Blesa y Rato (al menos) pagaran sus responsabilidades penales de una forma apropiada, podríamos albergar alguna esperanza de que España hubiese tenido un ataque -aunque fuera accidental- de cordura. Sin todo esto, no somos nadie sino el mismo pueblo al que estafar sale gratis y cuyos problemas no importan, la misma masa de gente desesperada que ante un televisor flipa en colores a la hora del parte con las barbaridades que los poderosos de su país han sido capaces de hacerle. El españolito de a pie, el incrédulo, el indefenso, el frustrado y decepcionado. Sin embargo llega el momento de dar la cara y Blesa le dice al juez Andreu que la fianza de responsabilidad civil que el juez le ha impuesto (3 millones de euros) por considerarle junto a Rato como último responsable de este entuerto, la cargue a su seguro de Mapfre. ¡Ahí queda eso! ¡Por que él lo vale!

Al fin y al cabo no deja de ser lo de siempre: “yo no sabía nada”, “pregúntale a ese”, “no volverá a ocurrir”, “y tú más”. Y mientras, los españoles que nos esforzamos por sobrevivir en esta cloaca política y económica que nos han montado, tenemos que creernos que alguien se gasta 484.200 (Sánchez Barcoj), 436.700 (Blesa), o 99.000 euros (Rato) en lujos y obscenidades sin darse cuenta, sin saber que no pagaban impuestos. Cuando se trata ni más ni menos que el presidente de la institución, este argumento se hace especialmente difícil de digerir. Y esto son solo algunas cifras porque el monto total de la juerga y derroche asciende a nada más y nada menos que 15 millones de euros solo entre 2003 y 2012. Esto en una empresa que -recordemos- ha recibido la importante cantidad de 23.500 millones de dinero público... ¿Eso hacían con nuestro dinero? ¿Pulirselo en antigüedades, farmacias y masajes tailandeses? Llamarles sinvergüenzas es quedarse corto, pero tampoco creo que exista apelativo para las nuevas formas de corrupción que estamos desarrollando en España y que están ya a la vanguardia de la miseria mundial. Ver para creer. 


Alba S.

lunes, 20 de octubre de 2014

ARRIBA EL TELÓN. SEGUNDO ACTO



Ni un año entero he podido sobrevivir a la tentación de volver a Los Días Inciertos. He pasado muchos ratos pensando que la vida son etapas y que no hay que volver sobre las ya cerradas, casi a la vez que me decía que la vida también son caminos y si uno te encantó, sería bueno tener la oportunidad de recorrerlo de nuevo, incluso mejor si se hace con más experiencia, con los ojos más abiertos y la mente más ordenada. Supongo que hay algo de cierto en ambos planteamientos y que ninguna opción es mala ni buena, así que abrazando ese relativismo he decidido reabrir mi chiringuito de antaño. ¿Un paso atrás? Puede ser, pero no todos los pasos atrás son negativos: algunos sirven para volver a casa, para reconocernos en nuestros errores, para no privarnos de hacernos felices de nuevo. Yo estaba tan cómoda en Los Días Inciertos que siento que vuelvo a casa, al rincón aquel donde solía vocear la injusticia y la decadencia de mi tiempo, entre algunas cucharadas de esperanza que pretendían ser grandes y al final, hacían lo que podían…

Este año ha transcurrido entre diversos proyectos en los que he crecido personal y profesionalmente, y seguiré picoteando -como es mi costumbre- de aquí y de allá, en diversas batallas y en diferentes frentes, pero quiero que sea de nuevo como fue, con mi espacio de total libertad como referencia, con Los Días Inciertos como mejor escaparate de todo lo que defiendo. En ninguno de los proyectos que emprendí (y que sigo defendiendo y me siguen motivando) encontré la libertad creativa que dejé olvidada tras la puerta de este blog al cerrarlo: solo yo y mi teclado, y mis idas de olla. Finalmente la "morriña" de aquellas reflexiones casi febriles ha sido más fuerte que la falta de motivos para no retomar este proyecto que siempre me apasionó.

Además, es difícil mantener callado un blog como este durante unos meses en los que no han dejado de pasar cosas. Asistimos a unos días casi apocalípticos en la política nacional, lo que eran unos chorizos de tres al cuarto ahora han resultado ser una mafia con poco que envidiar a la de las películas (si acaso la estética, en las pelis son más guapos), la gestión gubernamental flaquea tanto y por tantas partes que ya no sabes ni a qué tema atender de entre el enorme catálogo de escándalos que tenemos abiertos de par en par, los ciudadanos no dejan de moverse en dirección al cambio político y social experimentando nuevas formas y tratando de darle una vuelta de tuerca a las clásicas. He de decir que este momento histórico de repatea y me fascina casi a partes iguales.

Asistimos, como Anguita ha dicho alguna vez, a una crisis de civilización, a un replanteamiento de todos los esquemas sociales y políticos que se da desde la mayoría de los puntos de vista. La lucha por el cambio está hoy más despierta que nunca: el problema es que hay propuesta más y menos progresistas, conservadoras, y directamente reaccionarias. Estas últimas, las más peligrosas, son las que están rigiendo nuestras vidas actualmente, en España y en el mundo, en eso no hemos mejorado demasiado. Lo que si es cierto es que en pocos momentos de la historia se lo han puesto tan difícil a la injusticia a base de respuesta y movimiento social con propuestas alternativas. Por eso creo que aún no hay lugar al desánimo, aunque su sombra nos sobrevuele más a menudo de lo que nos gustaría. Por eso quiero seguir aportando reflexiones y participando del cambio desde esta plataforma en la que solía escribir. No es que tenga que justificarlo, pero no me importa hacerlo. 

Dicho lo cual, aquí estaré de nuevo, semana tras semana, observando y comentando los entremeses, actos y sainetes de este teatro mundo del que hablaba Calderón de la Barca. Levanto de nuevo el telón para intentar que entre todos consigamos ver qué se cuece entre las bambalinas de los días que atravesamos, para aportar mi grano de arena de nuevo, para trabajar por el cambio desde la profesión que escogí, y hacerlo con total independencia. Otra vez, pero con más tablas, con más conocimientos, con más posibilidades. Esta vez diversificaré en los temas y en los contenidos, aportaré más calidad, más análisis y más trabajo. En este proyecto no hay más filosofía que el esperanzar, tirar del carro, explicar y explicarme, traducir las peculiaridades de una etapa compleja, siempre en la medida de mis posibilidades y con la ayuda inestimable de todos quienes me leísteis en vuestro día, y la de todos los que decidáis volver o empezar a hacerlo ahora.

Bienvenidos de nuevo a los días más inciertos, en que vivir es un arte...





Alba