¿Qué es un padre? Querida Uve. Cómo
osaría definir para ti algo tan absolutamente relevante en la vida
de cualquiera. Quizás me esté metiendo en camisas de once varas, no
lo niego, pero creía importante explicarte el significado de esta
palabra y de la persona que la lleva. Para bien o para mal, su
influencia es inmensa. Si está, puede
marcar totalmente el rumbo que tomará nuestra persona. Si no está,
le buscaremos en los rincones de nuestras almas aún sin darnos
cuenta. Un padre es necesario. Y hay padres y padres, de eso no cabe
duda.
Hay padres que dicen serlo por el hecho
de engendrar, pero yo creo que eso es algo demasiado fácil,
demasiado al alcance de cualquiera como para que merezca un título
tan honorable. Desde mi punto de vista, el padre se hace, no nace con
un embarazo. Lo que no está al alcance de cualquiera es ser un buen
padre: una guía, un ancla con la que atarse a los puertos más
importantes: el de la infancia, el de la familia, el del amor
incondicional.
Puede que esté hablando desde mi
propia experiencia, y desde ese balcón se vea una realidad que solo
es una más entre millones de ellas, pero para mí mi propio padre
siempre ha significado seguridad, cobijo, confianza. Allí donde esté
mi padre, hay un hogar para mí. Y el día que me falte sé, sin la
duda más mínima, que llegarán tiempos oscuros para mí, porque me
faltará una de las luces más importantes que han alumbrado mi
camino hasta ahora.
Un padre puede estar en figuras
diferentes al susodicho elemento engendrador. La genética no puede
vencer en esta batalla a los sentimientos que nos unen a las
personas, y que son en última instancia, lo realmente valioso de la
vida. Cada uno buscamos nuestra figura paterna, y no siempre se tiene
la suerte de encontrarla en nuestro padre biológico, pero puede
estar en otros brazos, en otras sonrisas, en otros parentescos o
relaciones, y ser perfectamente válida. La paternidad no está en un
título concedido por genética, está en el amor, y solo el amor
legitima este título tan poderoso.
Por que un padre, querida Uve, tiene
mucho poder sobre poder la persona que somos y que seremos. Y por eso
esta tarea de la paternidad hay que ejercerla con mimo y pies de plomo. Su consejo
siempre será escuchado (aunque a veces no lo crean), su opinión
siempre será tenida en cuenta, su cariño hará florecer lo mejor de
nuestras personas, y si recibimos su maltrato, éste nos convierte
sin remedio en personas más difíciles, marcando nefastamente
nuestro rumbo. Un padre no es cualquier cosa, es un espejo donde nos
miramos casi sin darnos cuenta, y su trabajo -nada sencillo- es hacer
que nos guste el reflejo que nos devuelve su mirada.
Por eso es tan importante no sentirnos juzgados, despreciados, ninguneados por nuestro propio padre. Eso destruye la confianza de las personas porque son grietas sobre sus propios cimientos. El buen padre siempre mira a su hijo con confianza en él, tratando de no juzgarle, comprendiendo que su camino es sólo de él y sólo él debe transitarlo, ofreciendo apoyo cuando las cosas se ponen difíciles sin culpar y sin avergonzar. Un buen padre sabe que su hija es un ser único en el mundo del cual tendrá que ocuparse algún tiempo, pero tiene miras suficientemente altas para saber que al final, solo le pertenecemos a la vida y a los tiempos que vivimos. Un buen padre sabe que sus esquemas no sirven necesariamente a sus hijos, y les deja volar cuando llega el momento, porque saben observar qué vientos les llevan hacia sus sueños, que de sobra conocen.
Los padres marcan la vida de una
persona aún cuando no están. Recuerdo muchas veces a mi padre
hablando del suyo, que les dejó demasiado pronto, siendo él un niño,
y aún así ha sido siempre una figura constante, una luz invisible
sobre la vida de un niño que luego fue un hombre y que siempre
vivirá con la sensación de haber tenido que despedir a su padre
demasiado temprano. Y por eso preguntaba cosas de él, y siempre
recuerda esas respuestas. Por eso habla de él siempre que puede.
Por eso alguna vez fuimos al pueblo del que él era, buscando esa conexión, ese vínculo sagrado de la historia de quienes marcan nuestra propia historia. Porque era su padre, su presencia está obligada a seguirle durante
toda la vida.
Tu propio padre, dejará en ti una
impronta imborrable. Espero que de él recuerdes siempre lo mucho que
te quiere, y que siempre lo notes, como lo nota cualquiera que te vea
subida a sus hombros por la calle, o partiéndose de risa cuando
jugáis, o bailando alguna de esas canciones que tanto le gustan a él
y que dentro de unos años te sonará rancia y te dará risa. Espero
que te quedes con su optimismo y con su energía, con sus ganas de
vivir, y con su nobleza. Supongo que son algunos de los mejores
legados que podrá dejarte y te lo digo porque le conozco, como
compañero y como persona, pero eso que yo observo en él nunca podrá igualar a la forma
única en la que tú le conocerás: como tu padre. Un punto de vista
incomparable al que puedas tener hacia ninguna otra persona en el
mundo.
Así son los buenos padres: el mío, el
tuyo. Incomparables.