Ayer, después de un proceso
judicial dilatado desde la huelga general de 2012, Alfonso Fernández, Alfon, ha
sido condenado a cuatro años de cárcel por tenencia de explosivos. Tanto el
acusado como su familia y entorno han denunciado constantemente un montaje
policial según el cual, fue la policía la que, después de parar a Alfonso
cuando acudía a un piquete informativo, le señaló como dueño de una bolsa con
supuesto material explosivo casero que ellos mismos sacaron delante del joven,
que en todo momento ha asegurado que no era suya. En noviembre de 2014 se
celebraba un juicio del que salían satisfechos tanto el acusado como el abogado
del mismo (Erlantz Ibarrondo). El letrado llegó a asegurar que daba por hecha
una absolución ante la insostenibilidad de las pruebas acusatorias, afirmó que no
había “ni un solo dato objetivo que permia corroborar los hechos”. Entre otras cuestiones nunca se encontraron
huellas dactilares de Alfon en la bolsa de explosivos, sí que se encontraron
cuatro huellas que nunca se investigaron y se rompió la cadena de custodia de las
pruebas. Y ahora resulta que si nadie lo remedia va a pasar cuatro años en
prisión por una bolsa que ante evidencias científicas queda claro que nunca
tocó. Bienvenidos a España.
Últimamente está muy de moda el
tema de los presos políticos que están fuera de nuestras fronteras. Algunos
expresidentes presuntamente de izquierdas incluso se dan un garbeo por el globo
con la excusa de echarles un cable. Y mientras aquí seguimos negando la
evidencia de que tenemos nuestros propios presos políticos y que además son de
izquierdas. Porque Alfon difícilmente saldrá de la cárcel a lo Bárcenas y ni mucho
menos representa las absurdas simpatías cómicas del pequeño Nicolás. Alfon es
un chaval que se ha declarado en numerosas ocasiones como un miembro de la
clase trabajadora en un acto de exhibición de una profunda conciencia de clase,
orgulloso de ser de izquierdas y conocedor a fondo de la teoría política
marxista, que comparte y defiende. Todo eso, unido a lo mediático de su causa, le
duele al sistema en el alma, que se ha cebado con él a costa de la verdad y de
la justicia.
Emocionante ha sido ver a quienes
le arropaban en el momento de su detención: los que se han vestido de blanco y
han tapado sus rostros para hacer palpable esa idea de que Alfon somos todos.
Porque ciertamente lo somos. Porque hoy es él, y mañana puede ser cualquier que
tenga la osadía de pensar por sí mismo y además luchar por lo que cree justo. Y
que nadie se engañe: cada vez lo tienen más fácil para oprimirnos. Dentro de un
par de semanas no hará falta que la policía se invente que una bolsa que no es
nuestra lo es, bastará con que pongamos algún improperio contra la Casa Real en
nuestras redes sociales, por ejemplo. La entrada en vigor de la Ley Mordaza el
próximo 1 de julio puede ser la oportunidad de oro para que Florentino Pérez
amplíe negocio y abra cárceles nuevas, porque si no, directamente no cabemos.
Ante esta situación, estar unidos es más importante que nunca, no sucumbir al
miedo, a las inseguridades que te provoca ver que con lo jodido que está todo, todavía
haya quien siga votando al PP. No es tiempo de hundirse. No con Cifuentes
recién instalada en el gobierno de la Comunidad de Madrid. Ahora es tiempo de
significarse más que nunca. Porque luchar por la justicia no es delito y es un
deber en los tiempos que corren.
El próximo sábado se celebra en
Madrid una manifestación para pedir la excarcelación de Alfon que saldrá desde
la madrileña Puerta del Sol hacia el Ministerio de Justicia a las 20.30 horas.
El apoyo a Alfon y a su familia es fundamental en este momento. Después de
tantos años de lucha no podemos darlo todo por perdido.