lunes, 5 de marzo de 2012

La conciencia de clase, esa gran desconocida

La conciencia de clase. Ese término que ya parece un resquicio del romanticismo revolucionario de los tiempos del Ché. De cuando estábamos en el candelero moviendo el rumbo de la historia, intentando hacerla caer de nuestra parte sin la suficiente fortuna en varios casos, y con un éxito silenciado en algunos otros. Muchos la han olvidado, otros la defendemos a capa y espada, otros la han dejado para los libros de historia y no se atreven ni a insinuarla en los sucesos de actualidad porque ahora parece imperar otra concepción: la de la clase media.

Pero ¿qué es la conciencia de clase? ¿qué es la clase media? ¿Qué ha cambiado o evolucionado?.

La clase es una faceta intrínseca a la persona misma, que le viene dada por su nacimiento, por las raíces históricas de su familia, por las circunstancias económico-sociales que le rodean en su entorno más inmediato. Ahora bien, la clase no implica conciencia de clase, porque la conciencia implica el conocimiento y el reconocimiento -valga la redundancia- de lo que uno es. Muchos niegan éste reconocimiento y crean el reflejo de lo que quieren para sí mismos de la realidad de otros, se creen parte de ellos y niegan su propia naturaleza para lo que ellos consideran una evolución, un paso adelante.

Así dicho parece que voy a hacer un discurso “clasista” en el sentido despectivo del término, pero nada más lejos. El sistema de clases impuesto por el sistema capitalista y llevado por el mismo sistema en cuestión a su término más extremo, siempre ha hecho que se asociara lo más negativo a ser de la clase baja -en términos convencionales, yo personalmente prefiero llamarnos clase obrera- por ser menos pudiente en términos estrictamente económicos, y partiendo de la base de que el tener dinero a espuertas lo fuera todo en la vida. La clase obrera es la mayoría. Es la gente que se levanta por las mañanas llueva o truene y se va al curro para mantener a su familia todo lo mejor que puede, y muchas veces sin ser del todo consciente de todo lo importante que es ese gesto que hace todos los días junto con otros millones de compañeros. La clase trabajadora es la clase que mantiene directamente a flote un país, y dicho sea ya de paso, la que crea la riqueza de la que se beneficia de manera injusta y depredadora la oligarquía o “clase alta”.

Teniendo esto claro y en cuenta. ¿Por qué habría un trabajador dejar de sentirse inferior a una pandilla de zánganos chupópteros que quitan mucho más de lo que aportan? Desde mi punto de vista, por nada en absoluto, todo lo contrario. La única ventaja que la oligarquía tiene sobre la clase trabajadora es económica, y desafortunadamente no es poca porque en el capitalismo todo tiene un precio, especialmente el poder. Sin embargo en cuanto a valores humanos, en cuanto a responsabilidad social, en cuanto a solidaridad y otras tantas cuestiones de las IMPORTANTES y de las que no tienen precio económico, van muy justos -por no decir que no saben ni lo que son dichos conceptos- con respecto a la clase trabajadora. Por ello, porque consideramos que esos valores son lo importante, un buen puñado de gente entre los que me incluyo se siente profundamente orgulloso de formar parte de la clase trabajadora, y de que nosotros y nuestras familias tengamos -sea más o menos- todo lo que nos ganado con nuestra fuerza de trabajo. Ése reconocimiento es la conciencia de clase, el saber quién se es, por qué se es, y qué se merece uno mismo.

Pero entonces, ¿qué pasa con la clase media? ¿eso que es? Eso es muy curioso también, yo casi me lo creo y todo. Es el término “de tránsito”, el que indica un estadio entre la “nunca deseable” clase baja y pobretona, y la cúpula de la sociedad en forma de oligarquía. La clase media es un invento que nos ha hecho creer, y lo peor, que nos ha hecho desear ser como ellos, como los depredadores, como los que tienen lo que a otros les falta, como a los ricachones que dirigen nuestras vidas y nos imponen formas insólitas e insostenibles de vivirla. La clase media no es más que una clase trabajadora más adinerada que la clásica de principios del siglo pasado, porque no olvidemos que el capitalismo es un sistema que crea riquezas desordenadas y mal repartidas, pero lo hace rápido y engaña en sus ciclos de expansión económica haciendo creer que se está progresando para luego darte el batacazo en la etapa -inevitable e intrínseca- de recesión.

La clase media española nació ya con Franco en los sesenta, con el 600, la lavadora, la tele en color y todos esos boyantes lujos de los que se beneficiaron los españoles en la expansión económica. Luego vendría una crisis, pero volvería la expansión años después. Claro que la recesión de ahora es sin precedentes, porque el sistema está tensando demasiado la cuerda. Quien era de esa ilusoria clase media hace años ahora se encuentra embargado por el banco que le prometió el oro y el moro para comprar una vivienda muy por encima de su valor, la clase media ya no llega a fin de mes... ¿seguimos creyéndonos que podremos ser como ellos a golpe de deudas e hipotecas? ¿nos engañarán mucho más tiempo?

La movilidad entre las clases es otro aspecto que a mi me asombra. No creo que haya que confundir a un trabajador que se ha currado todo lo que tiene y ha hecho su “pequeño imperio” basado en un buen coche, un chalet adosado, quizás una casa en el pueblo y unos buenos ahorros en el banco, con un oligarca. La conciencia de clase es lo que hace que esa persona nunca se crea parte de lo que no es, y sepa diferenciar que todo lo que tiene es fruto del trabajo, y sobretodo que se sienta orgulloso de ello y no pretenda escalar y comenzar a considerarse de la clase alta por ser un poco más adinerado de la media. Esa actitud me parece ridícula y bochornosa. El orgullo obrero y trabajador es lo único que nos queda para demostrar que se puede uno ganar la vida honradamente, y que es imposible hacer desorbitadas sumas de dinero -e innecesarias- trabajando de forma normal, sin especular y sin negocios turbios.

Los oscuros secretos de las fortunas oligarcas son el cáncer de la sociedad, son los hilos del mal reparto mundial de la riqueza, de la injusticia más absoluta, y afortunadamente ante los devastadores efectos de la crisis actual, por fin mucha gente está comenzando a verlo. La lucha de clases hoy está en las calles: estuvo en Madrid el 15M, y está ahora en manos de los estudiantes hijos de los trabajadores, estuvo en el fracaso del PSOE en las últimas elecciones -incluso en el éxito del PP-, está en los palos que reparte la policía. Cada uno juega sus cartas. La diferencia es que ellos tienen y siempre han tenido muy claro quienes son, en qué bando juegan y por qué, y cuáles son sus armas. Ahora nosotros, con nuestra superioridad numérica y como motor social, solo tenemos que darnos definitivamente cuanta de quienes somos y de que recursos disponemos, y no abandonar por nada del mundo la lucha por nuestros derechos, por muchos 600 o lavadoras que nos puedan ofrecer a cambio.

Ellos son la clase alta, de acuerdo. Nosotros la clase honrada, y no queremos ser como ellos.


Bonito lunes, y bonita semana :)

Alba Sánchez


5 comentarios:

  1. Genial y como siempre, todavía mejores finales.

    Añadiría al principio que la clase a la que una persona pertenece viene dada por la situación respecto a los medios de producción. Si uno es medio de producción o no. Si la máquina y materiales con los que se trabaja son propios o de otro. En el primer caso, hablamos de proletariado, clase obrera; en el segundo hablamos de burguesía (más pequeña o más grande). Y la oligarquía ya es un estadio casi monopólico del poder económico-político, que explota brutalmente a la clase obrera a través de sus redes empresariales y que incluso deja en la quiebra a múltiples pequeños burgueses.

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    1. Por cierto, seguramente haya huelga general en todo el país para el día 29, a la que nos sumaremos los estudiantes.

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  2. Muy apropiado tu apunte David, gracias, yo había sintetizado demasiado... no hay que perder de vista al burgués,que ahí ésta, pero que no prefiere no llamarse burgués por las connotaciones negativas que van de la mano de dicha etiqueta al haber obrado históricamente de forma contraria a los intereses de los trabajadores con respecto a la pertenencia de los medios de producción. El haber tratado a los obreros como un bien económico es más responsabilidad de los propios burgueses (que en su día fueron obreros y no lo recuerdan muy bien) que de la oligarquía, aunque ésta última se haya beneficiado más de dicho trato. Así que cada palo que aguante su vela, también hay que dar cera a la burguesía, y recuperar a Marx, más vigente que nunca en los tiempos de lucha.
    De nuevo gracias por completar el artículo muy adecuadamente, compañero :)

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  3. Es la pregunta del millón¿por qué hay ricos y pobres?por el egoismo humano,esa es la clave y lo dificil de combatir.No os dais cuenta que los que dicen servir al pueblo se sirven de él,es tanto su cinismo que viven de privilegios cuando a nosotros nos imponen austeridad.
    El árticulo impecable como siempre y como siempre real y duro.Abramos los ojos,el capital es poderoso pero no invencible,lo he comentado otra vez,su propio egoismo lo llevará al caos y a su final.Les pasará como al rey Midas todo lo que tocaba lo convertia en oro¿todo?...¡ah y sólo hay una clase "personas"aunque los mercados eso no lo ven ó no lo quieren ver,las gafas de su egoismo no sirven.

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  4. Nadie se hace rico con el sudor de la frente, ya lo decía mi abuelo, y desde años inmemorables siempre se han estado aprovechando de la clase obrera, antes lo hacían desde la ignorancia de esta, los obreros empezaban a trabajar a muy temprana edad y no disponían de los medios para estudiar, una vez que la clase obrera empezó a estudiar, a tener conciencia de clase, nos vendieron, como muy bien has dicho, la clase media, ya no nos sentíamos tan pobres, pero en realidad seguían sirviendo a los mismos, claro ante el alboroto de la clase que SUSTENTA a un país palos a ella, el poder siempre ha estado en las manos de los mismos, ya esta bien, recordemos que nosotros, somos y seremos el motor del país, el motor del mundo.

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