Después de un año sin
escribir y con la cantidad de cosas que han pasado, no tenía ni
idea de qué tema escoger para volver a la carga con las teclas más
afiladas que nunca. Finalmente han ganado las tarjetas black, esto no
quiere decir que la gestión del ébola por parte del gobierno no
haya hecho sus méritos para merecerse un repaso, pero al final esto ha sido algo
así como unos premios al miserable de la semana (o del mes) y
finalmente Rato, Blesa y su séquito han vencido, aunque hay que
reconocer que Mato, González y Rodríguez han defendido el trono con
ahínco.
En este país llamado
España, cuando crees que lo has visto todo en materia de
corruptelas, llega Rodrigo Rato y se vuelve a reír en tu cara. Ya
hemos perdido la cuenta de las veces que este hombre se lo ha llevado
calentito, y aún así ha formado parte ni más ni menos que del
partido de gobierno hasta que él mismo ha decidido marcharse (y temporalmente). Para el PP el
horno ha dejado de estar para bollos hace bastante tiempo, pero hay
que ser comprensivos con la tardanza en expulsarle porque son muchas las crisis y
escándalos a gestionar, y pocos los cerebros disponibles.
Retomando el tono serio
que semejante escándalo merece: recuerdo cuando mi padre me ha
comentado (más de una y de dos veces) que en la época de Felipe
González poner el telediario era hasta entretenido por la cantidad
de historias que parecían más propias de una peli de la mafia que
de un país democrático. Pues bien, año 2014, ver el telediario
vuelve a ser alucinante. Ahora resulta que los mismos que decían que
los ancianos preferentistas sabían muy bien lo que firmaban han
hecho el agosto con una tarjeta de crédito que no declaraba
impuestos, y no saben cómo. Arturo Fernández, presidente de la
patronal de Madrid, visiblemente incómodo en una entrevista con Ana
Pastor, afirmó que las tarjetas eran para “gastos de
representación”, para unos minutos después decir que eso de
“representación” era relativo, cuando la periodista sacó a
relucir gastos de más de 120 euros en farmacias. “Necesitaría una
aspirina aquel día”, se atrevió a soltar por esa boquita, incluso
añadiendo que “serían varias aspirinas” ante la cara de Pastor,
a caballo entre la incredulidad y la pura sorna.
Habría que decirle al
“señor” Fernández que una cosa es que te roben por la espalda (y no te enteres),
y otra que te mientan en la cara (que sí te enteras), y que si le queda un mínimo de
vergüenza, el comentario de las aspirinas está absolutamente fuera
de lugar. Rodrigo Rato está muy afectado por el tema, según contó
Arturo en la misma entrevista. Supongo que no estará tan afectado
como todos los preferentistas que tienen su dinero atrapado por sus
malas artes bancarias. Supongo que no es peor que te pillen
gastándote más de 2.000 euros en vino a quedarte sin casa por tener
tus ahorros de décadas fuera de servicio. Dentro de lo malo,
Fernández ha devuelto el dinero, como siete de los 87 consejeros y
directivos que poseían este tipo de tarjetas. De todos ellos nueve han
optado por la dimisión (pocos, a mi entender) y solo uno ha sido
destituido. Vivir para ver.
¿Qué debemos entender
de aquellos que ni dimiten ni devuelven el dinero? Pues nada nuevo,
señoras y señores. Más de lo mismo. Son unos españolitos de la
especie más casposa, de esta que prefiere callarse y esconder la
cabeza mientras pasa el temporal y salpica más a otros, porque al
fin y al cabo, si cuela, cuela. Ese dicho en este país lo tenemos
más que aprendido. Con esto no quiero decir que los que han devuelto
el dinero o dimitido sean mejores personas, pero al menos asumen que
les han cazado. Otra cosa es que se haga justicia porque los años de
robos, el engaño de las preferentes, la falta de crédito que ha
llevado a miles de personas a la ruina, todo el derroche... No se
cómo podría hacerse justicia real ante tantos y tantos años de
despropósitos, de estafas y de desvergüenza. Devolver el dinero no
es ni mucho menos suficiente para reparar todo el daño que han hecho
pero claro, este es el país donde un condenado a cárcel espera el
indulto en su casa, no nos olvidemos de Fabra. Aquí todo es posible.
Que todos quienes se beneficiaron de
estas tarjetas fueran inmediatamente destituidos e inhabilitados para cargos directivos públicos o privados, y los
preferentistas fueran indemnizados en calidad de víctimas, sería
para mí un comienzo de algo parecido a la justicia con respecto a
este tema. Por supuesto la devolución íntegra de hasta el último
céntimo de dinero estafado sería condición sine qua nom para poder
empezar a tomar en serio la justicia de este país. Si además Blesa
y Rato (al menos) pagaran sus responsabilidades penales de una forma apropiada, podríamos albergar alguna
esperanza de que España hubiese tenido un ataque -aunque fuera
accidental- de cordura. Sin todo esto, no somos nadie sino el mismo
pueblo al que estafar sale gratis y cuyos problemas no importan, la
misma masa de gente desesperada que ante un televisor flipa en
colores a la hora del parte con las barbaridades que los poderosos de
su país han sido capaces de hacerle. El españolito de a pie, el
incrédulo, el indefenso, el frustrado y decepcionado. Sin embargo
llega el momento de dar la cara y Blesa le dice al juez Andreu que la
fianza de responsabilidad civil que el juez le ha impuesto (3
millones de euros) por considerarle junto a Rato como último
responsable de este entuerto, la cargue a su seguro de Mapfre. ¡Ahí
queda eso! ¡Por que él lo vale!
Al fin y al cabo no deja de ser lo de
siempre: “yo no sabía nada”, “pregúntale a ese”, “no
volverá a ocurrir”, “y tú más”. Y mientras, los españoles
que nos esforzamos por sobrevivir en esta cloaca política y
económica que nos han montado, tenemos que creernos que alguien se
gasta 484.200 (Sánchez Barcoj), 436.700 (Blesa), o 99.000 euros
(Rato) en lujos y obscenidades sin darse cuenta, sin saber que no
pagaban impuestos. Cuando se trata ni más ni menos que el presidente de la
institución, este argumento se hace especialmente difícil de
digerir. Y esto son solo algunas cifras porque el monto total de la
juerga y derroche asciende a nada más y nada menos que 15 millones
de euros solo entre 2003 y 2012. Esto en una empresa que -recordemos-
ha recibido la importante cantidad de 23.500 millones de dinero
público... ¿Eso hacían con nuestro dinero? ¿Pulirselo en
antigüedades, farmacias y masajes tailandeses? Llamarles
sinvergüenzas es quedarse corto, pero tampoco creo que exista
apelativo para las nuevas formas de corrupción que estamos
desarrollando en España y que están ya a la vanguardia de la
miseria mundial. Ver para creer.
Alba S.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu opinión