miércoles, 13 de febrero de 2013

REVUELTO DE CUENTOS

Inmersa me hayaba en un par de proyectos editoriales que traigo entre manos, mucho más interesantes que la renuncia del Papa. No es que esté teniendo mucho tiempo para dedicarme a artículos por mil y un motivos, pero pensé que os gustaría material fresco que llevaros a los ojos y a la mente. 

Esta semana os traigo un adelanto de un pequeño proyecto: un libro de cuentos infantiles (o no tanto) que me hayo escribiendo y terminando, y que será publicado en no mucho tiempo.

Me gusaría conocer opiniones, críticas (constructivas, por favor) y todo lo que os apetezca aportar. Os comento que los cuentos como el que vais a leer a continuación están inspirados en la labia de 'La Bola de Cristal' -de ahí tanta remezcla de rimas y prosa- cuya filosofía de la pedagogía encaja con mi visión: no me gusta tratar o hablar a los niños como si fueran idiotas, adalptando el lenguaje a unos niveles ínfimos por mera facilidad que un niño no necesita. Si les esuchásemos veríamos que están preparados para algo más duro: poesía, crítica, reflexión... solo hay que guiarles y dejarles claros ciertos mensajes, el resto lo hacen ellos con la brillantez pasmosa que suele caracterizarlos. 

Ranas Aldeanas es una reflexión sobre la inmigración y sus aspectos más enriquecedores y positivos. Tratando de alejar clichés rancios de nacionalismos e identidades cerradas. Si queremos un futuro de mentes abiertas, empecemos por dar mensajes que eduquen ciudadanos abiertos... Eso he intentado desde mi humilde pluma -o tecla-, y espero que lo disfrutéis como niños, y lo analicéis como adultos.


RANAS ALDEANAS


En la aldea Crococroá se vivía de maravilla. Las veinte ranitas que la formaban, en todo se ayudaban y en equipo trabajaban para que la aldea funcionara. Nadie sobraba allí, ni faltaba.



Todos los días la ranita Croaqui salía de caza en busca de mosquitos para que toda la aldea tuviera un bocado que llevarse a la boca. El viejo sapo Cruas los limpiaba y cocinaba, era un experto guisador de mosquitajos, todos los días lo hacía, como Croralina limpiaba los nenúfares donde las familias de ranitas habían aposentado sus casitas, que eran reparadas por Croquer cuando alguna de las hojas que las sujetaban se aflojaban. En fin, todo era armonía, y para cualquier cosa había alguien que a ayudar asistía. Eran la aldea más feliz de ese lado de la charca, y del del enfrente, al que a veces iban en barca preparada por don Crorinero. Siempre había alguien en Crococroá dispuesto a aportar y ayudar. ¡Cuánta felicidad!



Los buenos tiempos a veces, no duran eternamente, y terminan de repente. Vino un invierno muy duro, de lluvias, rallos y truenos. A tres grados por lo menos tuvieron que sobrevivir hasta que llegara abril. Cuando el mal tiempo pasó, como siempre en Crococroá, las cosas volvieron a su armonía en un pispas, porque siempre en esa aldea había alguien dispuesto a aportar, dispuesto a ayudar. Y aquella vez, más.



Pasados un par de días, y justo cuando la normalidad volvía, una tarde oyeron tumulto en la orilla cercana. Eran diez ranas de color verde pistacho -en Crococroá eran verde oliva-. Parecía afligidas. Desde los nenúfares todas se preguntaban qué les pasaría. El alcalde Croak las invitó en seguida a saltar, y les hizo su historia contar.



Venían de la orilla lejana de la charca. Las lluvias y el mal tiempo había destruido totalmente todo su poblado, ni las casitas habían quedado, ni materiales para el reciclado, el agua todo se lo había llevado, y su antiguo pueblo, simplemente asolado. No tenían donde ir, ni un mosquito hacia el que lanzar la lengua. Necesitaban una tregua, y un sitio en que descansar. Los aldeanos de Crococroá no se lo pensaron más, ¡allí se podrían quedar! ¡Les encantaba ayudar!



Nunca les importó que su color de verde fuera un poco distinto, y se divirtieron mucho mientras aprendían las diferentes formas de croar de sus nuevas aldeanas, incluso las nuevas ranas les enseñaron nuevas técnicas de caza de moscardones, y recetas hasta el momento desconocidas para cocinar mosquitos. Pasaban las semanas y aquellas diez nuevas hermanas ranas estaban integradas, y como las viejas ciudadanas de la aldea Crococroá, siempre hacían algo por los demás, algo para aportar y ayudar. Como una más.



En el nenúfar-asamblea comentaban las Pistacho cosas de la orilla lejana de la charca. Las Oliva fascinadas de repente querían viajar, querían volar, ver mundo, y descubrir quizás otro tipo de ranas que les contaran cosas tan interesantes como las Pistacho. Las admiraban por su valentía, habían andado varias noches y días para buscar un lugar donde continuar con sus vidas. Y Ellas que habían pensado que la charca no era más grande que lo que sus ojos abarcaban y a donde sus barquitas de hoja llegaban, y de repente fueron informadas de que había una orilla sumamente alejada donde otras vidas pasaban.



Entre todas consiguieron, trabajando mano a mano, conocer la charca entera. Sus barquitas ahora eran de madera, porque había más manos para trabajar, y hasta cualquier punto en unos pocos días podían llegar. Conocieron muchas más ranas, aldeanas. Con ellas hablaban y hablaban, ¡les encantaba! Eran un pueblo abierto y despierto gracias a las vivencias y enseñanzas de todas las ranas que en su camino se cruzaban. Y por supuesto si lo necesitaban, ayudaban y aportaban.



Pasaron los años y Crococroá creció y creció, y se hizo una ciudad de más de cincuenta nenúfares. Las nuevas ranas que poblaban esta ciudad no eran oliva ni pistacho, sino un nuevo verde muy bonito y especial que nunca jamás se había visto, un verde tan hermoso como lo que significaba: que la solidaridad y la convivencia reinó y reinaba entre las aldeas de ranas. 



Alba Sánchez :)

2 comentarios:

  1. El cuento es hermoso.Aplicado ala realidad de los humanos no lo seria tanto.Los humanos conocen el egoismo el interes,la mentira y un largo etc que hace posible el mundo donde vivimos.
    Pero ¡ojo! no es que no hayamos tenidos maestros que nos enseñaron que todos podemos vuvir como las ranitas del cuento.No tengo la respuesta lo que si se esque todos somos iguales con las mismas grandezas y miserias y que,sólo la condición humana es capaz de provocar con sus aptitudes la sinrazóny el planteamiento de la vida que nos toca vivir.
    Pero entre tanta basura también hay espacio para la utopia y la ilusión ¡faltaria más!sin la poesia¿como seria el mundo?.Hojala que las personas que leemos este blog aprendamos y pongamos en nuestras vidas el ejemplo de las ranitas del cuento.ENHORABUENA

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    1. No podías haber elegido animalitos mas bonitos junto a mis plantas favoritas que son las nenúfares, aderezado con tu sensibilidad para hacerlo todo maravilloso. Felicidades un beso.

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