Marianillo no se queda atrás y se sube al carro de las nuevas
tecnologías. Tan es así que ha decidido ser pionero en la materia de dar ruedas
de prensa pantalla mediante. Aunque no cabe duda de que es una fórmula a
perfeccionar, no seáis duros con él, está en fase de experimentación y el tema
de la interactividad entre el ponente y los periodistas se le ha quedado un
poco cojo.
Ahora hablando en serio, se ha pasado tres pueblos el míster.
Cuando lo veía por la tele no lo podía creer, me pareció estar presenciando
alguna broma del programa satírico de turno, comprobé la hora y me di cuenta de
que sobre las 15.00, en la tele pública y en éste rincón del mundo, tenía que
ser inevitablemente un informativo de los que dicen serios. Y yo no sabía si
reírme o llorar, porque la verdad es que parecía un chiste malo.
El señor Rajoy, presunto implicado en la que algunos diarios
han llegado a llamar “la mayor trama de corrupción de la historia de la
Democracia” (presunta, presunta), no solo no ha tenido el detalle de comparecer
en su formato físico ante las decenas de profesionales de la información que le
esperaban, sino que ni siquiera se ha dirigido a ellos. Y es que el presidente
estaba hablando a la cúpula de su partido, explicándoles a ellos lo que tenía
que explicarle a periodistas que se quedarían ojipláticos ante la tesitura de
tener que contarle (y muchas veces no poder hacerlo) a la gente que Mariano ha
pasado de ellos un kilo y medio.
Que sí, que sí, que todo es mentira, que aquí nadie ha
robado, no hay sobrecitos ni cajas B, y es todo un contubernio
judeo-masónico-izquierdista. Ya sabemos cómo funciona la cosa en éstos casos.
Si tampoco esperábamos grandes y elocuentes argumentos, pero hombre, un posado,
una presencia física por cutre que fuera habría sido menos insultante, tanto
para los profesionales que le esperaban a sabiendas de que no se les permitiría
hacer preguntas (los pobres no sabían que sería tan literal, ya que las teles
no contestan nunca a nada), como para los ciudadanos que estábamos pendientes de
lo que sabíamos que sería una explicación que dejaría mucho que desear. Aún
así, y en su afán de cumplimentar párrafos y párrafos de la historia de la
desfachatez, Mariano volvió a romper el molde con su mala praxis. Qué fuerte lo
suyo.
Yo no sé si han robado o no, y no es mi papel emitir juicios
de valor claramente impregnados por diferencias ideológicas, esos mejor me los
guardo para las barras de los bares. Aquí lo que si me corresponde decir es que
la gestión del escándalo me parece, por decirlo de alguna forma suave,
surrealista.
Que el presidente de una nación se vea implicado en algo tan
gordo como en presuntas sucias contabilidades, así como miembros de su equipo
de gobierno, y no corran en el momento en que se enteran a buscar al primer
medio de comunicación que se encuentren para desmentirlo cuanto antes, me deja
patidifusa. Rajoy como hace siempre, se toma su tiempo: días. No aparece, haba
primero Soraya, su arma arrojadiza preferida, después otros vierten opiniones y
él sigue desaparecido. Cuando ayer le vimos leer su discursito a sus compadres
peperos, estuvimos seguros de que eso no necesitaba tantos días para ser
redactado. A veces una ya no sabe si pensar que está un poco acojonado, o que
simplemente pasa de nosotros sin más. Pero por el motivo que fuere, la decisión de que compareciera tan tarde y
de la manera que lo hizo, se merece una dimisión.
No por nada, pero es que hemos salido así de quisquillosos y
nos gusta que en nuestra democracia (aunque sea con minúsculas) nuestros
presidente se dirija a nosotros de vez en cuando y nos explique lo que es
difícil de entender, que para eso está. Si tan falso fuera todo, no debería
tener problemas para argumentar en contra, pero entre tanto secretismo el
ciudadano ya no sabe que pensar, y si mientras le apalean en las calles cuando
sale a exigir su derecho a saber qué pasa y qué se hace… entienda el señor
presidente que nos lo está poniendo muy difícil para seguir comprando las motos
que pretende vendernos.
La situación se torna casi terrorífica: ya ni siquiera se
preocupan de engañarnos, simplemente, no nos comunican nada. Se encierran en
sus despachos y hablan para ellos, el mensaje es claro: hablan a quienes tienen
que hablar, a los que tienen opiniones que si interesan. Nada de dirigirse a
esos pobres pusilánimes que no llegan a fin de mes, que están en paro, que son
unos antisistema y unos perroflauta. Les damos igual. Solo nos prestan atención
cuando tienen que represaliarnos o asustarnos para seguir girando en la rueda
del negocio de la cutre política española, que por algún motivo que desconozco
parecen creer firmemente que les va a durar para siempre.
De todas maneras, quien esté muy triste por haber sido
ignorado por Rajoy que no se preocupe, solo hay que esperar dos años y pico y
volverá a hacernos la rosca, cuando volvamos a ser significativos para él,
cuando tengamos que ir a votar y todo el asunto de los papeles de Bárcenas haya
pasado al baúl de los recuerdos, donde esté muerto y enterrado por miles de
promesas que jamás se cumplirán. Bienvenidos a España.
Alba Sánchez
Es que esto es España¡o lo que sea que esa es otra! alguien en su sano juicio cree de verdad que esto es una nación seria¡vamos anda!
ResponderEliminarDe la clase politica ¿que voy adecir? que además de corruptos y mentirosos son cobardes.Pero este es el chiringuito que se han montado,lo más triste de todo ,no es una broma ó acabamos con todo lo qué han montado ó ellos acabaran con nosotros.De echo ya lo estan haciendo.Nos estan acostumbrando a vivir de miseria "400 Euros".
¿qué os parece el panorama? los bandoleros de Andalucia robaban a los ricos para darselo a los pobres,ahora nuestros politicos los servidores de la patria,más bién servidos de ella roban a los pobres para darselo a los ricos¡maldita sea su estampa!