miércoles, 12 de septiembre de 2012

EJERCICIOS DEMOCRÁTICOS Y RESCATES TRAIDORES


Soraya hoy ha ido a la peluquería. Ya iba tocando, que hoy tocaba sesión de control al gobierno y tiene una que ir presentable para poner caretos de satisfacción e inflarse como un zepelin cuando el presidente se encara con Rubalcaba por gilipolleces varias. Cuchicheos con Gallardón a parte. Así da gusto desayunar, con espectáculo incluído. Creo que voy a dejar los cereales que me quedan para cuando me olvide de su cinismo e impresentabilidad.

Que Mariano y su séquito se pasan por el arco del triunfo la sesión de control es más que un hecho. Recordemos que esta práctica es obligatoria, de lo contrario habría hecho como con el debate sobre el Estado de la Nación y se lo habría devorado en su empacho de mayoría absoluta. Todo muy democrático, no cabe duda. Con minúsculas y no por accidente.

Están los señores parlamentarios haciendo valoraciones de uno y otro lado sobre el posible rescate, la palabra más repetida de los últimos tiempos. Esto lo se porque la decadente televisión pública que ha sobrevivido a la remodelación populera me deja ver algunos trozos de la actividad de mis representantes, que no es que me representen mucho pero técnicamente lo son. Nada de riguroso directo, solo pequeñas tapitas de información que hacen posible el posterior corta-pega para sacar en unos pocos minutos de informativo lo que está pasando hoy en la Cámara, o lo que ellos quieren que veamos. En fin, seguimos en nuestra línea de buen periodismo.

No es que yo opine que ver a esos artistas del circo montando su función de trapecistas de las cifras y malabares del palabrerío vacuo sea lo más divertido del mundo, pero la posibilidad de seguir las sesiones del Congreso debería ser un hecho desde que la televisión entró en las casas de los españoles. Las sesiones son abiertas y ni Perry va al Congreso, menudo paseo. Si quisiéramos ir todos en un ejercicio de nuestro derecho, no cabríamos. Y lo más importante: no quieren que veamos todo lo que allí pasa minuto a minuto, nos han alejado de ellos muy adrede.

Es mejor rellenar estos espacios en la televisión que pagamos entre todos con una entrevista descafeinada con alguien que ni es de actualidad ni tiene en este momento mucho que decir: Trinidad Jiménez, que a estas alturas de la mañana se dedica a recordarnos las bondades del gobierno de Zapatero. Qué romántica. Después los medios preparan su cocktail cogiendo de aquí y de allá y nos enteramos de más bien nada de la sesión de control al gobierno. Ese es el control que tenemos sobre lo que pasa en nuestras Cámaras: cero. Aunque algo de culpa tenemos cuando ni lo tenemos ni lo exigimos.

Si bien la mala praxis política de nuestro país -algo tan extendido como la siesta- nos ha alejado en un primer momento del seguimiento de la actividad de nuestras instituciones, este es sin duda el momento para dar la vuelta a esta tortilla. Ahora más que nunca deberíamos exigir un control total, deberíamos tener todos nuestros sentidos puestos en cada detalle que se de en el Congreso, deberíamos ser unos ciudadanos implacables en el arte de no darles tregua, y exigir lo que es un derecho: saber lo que pasa. Sin que nadie lo filtre, sin que nadie lo adorne. Para eso pagamos con nuestros impuestos un medio de comunicación, no para ver reposiciones de series de mierda ni películas de Paco Martínez Soria.

Nosotros también queremos controlar, y la Soberanía Popular que defendemos así exige que lo hagamos. Acerquemos de nuevo nuestras miradas a todo lo que hagan y no pasemos ni una. Eso es un ejercicio de Democracia mucho más potente que el ir a votar cada cuatro años y olvidarse después.

Se habla en el Congreso del rescate, y se pasan la bola con esas frases hechas sobre la “herencia recibida”, la “falta de transparencia”, la “valoración de las condiciones” y bla bla bla. Patraña todo. Lo único cierto es que llevan meses utilizando palabros como “porcentajes”, “primas de riesgo”, “puntos básicos” y demás terminología económica para tratar lo que supondría un drama humano y social para la sociedad española. Tal es su indecencia.

Nosotros no somos números ni promesas electorales, no somos porcentajes ni puntos básicos. Somos personas y familias a las que se va a sacrificar por un puñado de euros, cuyo trabajo y generación de riqueza va a ser exprimida para dársela a otros en caso de ser rescatados. Esa es la realidad des rescate y ahí, no hay condiciones que valorar salvo que o se está con el Pueblo o se está contra el Pueblo, que será al que pretendan hacer una vez más pagar los platos que otros rompieron.

Yo digo no al rescate, no a una España que hipoteque a mis bisnietos por la avaricia de cuatro desalmados. Yo creo en un plan de recuperación nacional fuera del euro. Yo estoy dispuesta a “apretar el cinturón”, como tanto dicen -en especial los de aquellos que tienen más agujeros para apretar-, pero por la recuperación de mi pueblo y por un futuro de todos, no para inflar más aún el ego y las arcas de doña Merkel. No para ella. Para nosotros. Y nunca a costa de derechos ganados con lucha y que son de justicia, nunca a costa de la sanidad de todos, de la educación de todos, de derechos laborales o de pensiones. Nunca para que otros sigan viviendo como viven a costa de quienes ya no podemos más.

En mi idea de rescate entran entre otras cuestiones la supresión de parásitos chupópteros de dinero público: veáse Casas Reales estandartes del arcaísmo más medieval, sueldos desorbitados para representantes públicos, dietas injustas, ayudas a la banca o inversiones en modelos de desarrollo insostenibles basados en la farándula más frívola, y que no representa al pueblo español por mucho que se empeñen -si, me refiero a Eurovegas-.

También la apuesta por lo público, por la nacionalización de los servicios que deben ser de todos como los suministros o el transporte, por la formación accesible y de calidad, por la promoción de la sanidad, de la investigación, de la universidad libre y de los sectores realmente productivos como la industria que fue desmantelada o la agricultura que desde siempre ha sido de vital importancia en España y la gran olvidada en materia de fomento. Eso para empezar.

Lamentablemente creo que seremos rescatados, pues seguimos en la corriente del verlas venir sin tomar aún de forma sonante la sartén por el mango. Seguimos creciendo en nuestro planteamiento de alternativas y eso está bien, pero es lento. Cada día cuenta para hacerles saber que tenemos nuestros propios planes para nuestro propio futuro, y que su ilegitimidad es un hecho en nuestras conciencias políticas -que las tenemos- desde el día que traicionaron a su pueblo en favor de cifras y números que nada tienen que ver con la dura realidad de las familias que sufren víctimas de la crisis que ellos han creado y que pretenden hacernos pagar, y que lamentablemente serán muchas más y por mucho tiempo si llega ese temido, maldito rescate.


1 comentario:

  1. ¿qué?¿como se nos queda el cuerpo? más alto se puede decir pero no más claro.
    ¿hacemos algo como pueblo y la fuerza que eso da ó nos dejamos que nos undan más y más en la miseria? eso sí comiendo en el pesebre de sús mentiras ó esperar a poder ser como ellos para tener privilegios.
    ¡qué pena!

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