lunes, 23 de julio de 2012

ESPAÑA Y SUS RÉCORDS


No teníamos bastante con ser referentes mundiales en cuanto a fiesta o cachondeo, o en las estadísticas sobre consumo de drogas, fracaso escolar, absentismo laboral y demás cuestiones que poco dan para vanagloriarse. Ahora los españoles tenemos un nuevo récord de entre los ahora conocidos, y a mí este sí me molesta, me avergüenza y me duele en el alma.

Ahora somos ejemplos mundiales en mano dura contra esos “delincuentes” -por favor, entended la ironía- que son esas familias despiadadas que no pagan sus hipotecas a los pobres bancos que tan necesitados están. El desahucio bate nuevos récords en España, situándose en el primer trimestre de 2012 en una media de 510 procesos ejecutados al día, lo cual da la terrorífica cifra de 46.559 familias que se van a la calle en estos tres meses analizados, un 18% más de las que fueron desalojadas en el mismo período del año anterior, cuando ya nos parecían demasiados.

Siempre me ha parecido que el desahucio es una de las lacras más sangrantes de esta crisis, porque implica no solo quedarte sin tu casa, que para empezar ya es suficiente en materia de injusticias, sino que esto sucede con un añadido de agravio a la dignidad del desahuciado, una humillación que con estas cifras ya podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que es una epidemia nacional.

El trabajador que compró su casa en su día lo hizo contando con que podría pagar su hipoteca. Incluso sabiendo que el negocio del banco imponía una serie de intereses que también habría de abonar, pero contando con su fuerza de trabajo y pensando en una situación de normalidad económica -y sin saber muy bien que esta crisis es precisamente normalidad económica en términos capitalistas- podría hacer frente a tal deuda. No sabía que en numerosas ocasiones los pisos serían tasados muy por encima de su valor real, y ni por asomo creyó que tendría que pagar en forma de desahucio esa miserable especulación unos años más tarde, cuando las cosas se torcieran en la economía española y quizás quedase en paro. A ésto es a lo que los titiriteros de la política han llamado "vivir por encima de las posibilidades". Hay que joderse, y disculpadme tal expresión pero no hay otra que exprese mejor mi sentir.

Mientras esto iba pasando, los bancos te presentaban la hipoteca como la oportunidad de tu vida, y todo eran facilidades. Se repartían hipotecas como churros, y se oían los cantos de sirena desde la acera de enfrente de la sucursal de turno. Pese a todo, mucha gente pasó por el aro y oigan, yo no les culpo.

No les culpo porque no es culpa suya querer una casa a la que además tienen derecho, ni son ellos responsables de que el sistema haya creado un monstruo de mentiras y promesas infundadas, mentiroso y avaro, que ahora se está cobrando su propia avaricia en pisos que no necesita y que quedan vacíos de familias y de sueños para ser cerrados a cal y canto sin más. Otra muestra de la soberbia capitalista en todo su esplendor, otro golpe en el duro pulso que nos están echando. Aquí no hay nada casual, olvidémonos de eso.

El banco no necesita la casa, el político del sistema no necesita que las tasas de desahuciados suban -por puro márketing, no porque le importen- sin embargo el proceso no se invierte, ¿por qué?. Porque el miedo es un arma básica desde la perspectiva oligárquica de la lucha de clases. Un pueblo acojonado es un pueblo dócil y servil, más proclive quizás a quedarse calladito y dejarles hacer con su maldita excusa de que hay que apretarse el cinturón. Argumentos crueles sales de mentes igualmente crueles, por supuesto. Porque si apretarse el cinturón es permitir que tus hijos se queden sin un techo, entonces es que estamos más socialmente enfermos de lo que yo pensaba.

El miedo a quedarte sin trabajo, luego sin piso, con la familia, la abuela y los dos perros en la calle y sabiendo que en los tiempos que corren no encuentra trabajo nadie, ni se vende un piso. Ese miedo hace que nos traguemos reformas laborales, recortes y cuentos chinos variados. El padre o la madre de familia que tiene un trabajo que le da para ir tirando, asume las variaciones que las medidas políticas implican a su puesto que quizás en su día estaba bien, pero que tras quedarse en pelotas ante el despido libre o con respecto a la cobertura sanitaria, ya no es el chollo que era. Lo hacen porque cuando se anda sobre una cuerda floja, no conviene hacer grandes movimientos. Reirtero mi comprensión hacia el miedo, que es muy libre, y sobretodo hacia el amor a la propia familia a la que de ninguna manera se querría ver en una circunstancia tan dramática como siendo echados de su propia casa para que luego el banco la cierre y la tengas que ver así, tapiada incluso se han visto algunos casos, vacía días tras día. Para que te quede bien claro quien manda, y lo miserables que pueden llegar a ser por doblegar al pueblo y conservar sus estatus y privilegios a toda costa.

Julio Anguita lo ha defendido varias veces: la vivienda es un derecho constitucional, y lo pongo en minúsculas porque no pienso hacer honores de ningún tipo a una constitución como la que tenemos, que parece que solo sirve para defender y justificar al Rey cuando la caga, pero cuyos artículos son definitivamente papel mojado y si ya no eran gran cosa, si ni siquiera nos garantiza derechos que se asumieron en su día como irrenunciables. Como derecho constitucional, la vivienda de una familia jamás debería estar por encima de los intereses económicos de un banco. Anguit por ello plantea la siguiente tesis que yo comparto: si una familia demuestra que solo tiene una casa, sin ningún otro sitio donde vivir, que no puede seguir pagando la hipoteca por sus circunstancias económicas, por no tener un trabajo -otro derecho constitucional, por cierto- y esto es así, en ese caso la hipoteca debería quedar anulada, y la casa en propiedad de la familia, porque así se lo debe garantizar su constitución en términos de protección ciudadana, y porque los intereses empresariales jamás han de estar por encima de una garantía tan básica. Que me llamen loca, pero me parece una gran solución.

Lo que no me parece solución son los balones fuera de los politicuchos que siguen haciendo la cama a los bancos con medidas al respecto de esta lacra tan insultantes como el dejar que los bancos elijan o valoren la dación en pago de las viviendas. Claro, si les da la gana, pero sin agobios. Desde luego hay plumeros que no es solo que se vean a la legua, si no que barren para casa con un descaro que roza el absurdo. Luego hablan del pueblo y de su solidaridad con todos estos dramas sociales y bla bla bla... miserables que vivís en palacios, palacetes, chalets en barrios exclusivos y que habéis pagados vuestras hipotecas a base de robos -más o menos institucionalizados según el caso- si es que las habéis pagado, no os atrevais más a hablar de solidaridad con los parados o los desahuciados o tantos otros afectados por vuestras medidas asesinas, porque luego la gente se cabrea y preguntaréis por qué. Luego somos violentos y antisistemas y unos malajes cundo salimos a manifestarnos y vosotros, en vuestra falta de piedad y de comprensión, no lo entendéis y nos represaliáis.

Si lo entienden, compañeros. Entienden que les importa una mierda toda ésta problemática y tantas otras. Entienden que el objetivo de déficit y el quedar bien con los cuatro mandamases europeos es mucho más importante que cualquier ciudadano español fuera de las élites oligarcas. Los que tenemos que entender el ataque y contraatacar somos nosotros, los que somos requeridos para pagar platos que no hemos roto, aún a costa de los derechos que decían garantizar una democracia que ya nadie se cree.

Quien siga pensando en el Estado protector del ciudadano, que se de una vuelta por la web para darse cuanta de quien ayuda a quien: vecinos ayudando a vecinos a parar sus desahucios. El pueblo ayudando al pueblo, esa es la única protección real. La única esperanza la tenemos en nosotros mismos, en nuestra clase trabajadora y solidaria y en no dejarnos engañar. Hay que hacer algo inmediatamente para invertir el proceso de desahucios en España, sea como sea. Ni una familia más a la calle para que un banquero se forre, menos aún si hay que echarla con la policía que pagamos con nuestros impuestos. Conciencia y actuación.


Alba Sánchez


1 comentario:

  1. ¿qué? ¿como se nos queda el cuerpo a los que aun creemos tener sentido de la justicia?

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