miércoles, 4 de febrero de 2015

Un artículo que me hubiera gustado no tener que escribir...

  En memoria de Patricia Heras, 
y en homenaje a todas las víctimas del 4F


Hace algunos meses caminaba yo por Asturias con una de estar buenas personas con las que te tropiezas de vez en cuando por la vida sin darte ni cuenta. Compartíamos conversación sobre lo divino y lo humano -como buenos peregrinos-, realmente no recuerdo de qué hablábamos exactamente para que la charla fuese a parar a un misterioso documental sobre unos aún más misteriosos hechos acaecidos en Barcelona no muchos años atrás. Mi compañero no recordaba el título y por lo visto había sido una película silenciada hasta decir basta así que lo normal era estar como yo, sin haber oído ni media palabra sobre Ciutat Morta. Como todas las historias truculentas, esta me sedujo ya con pocos datos, me provocó tremenda curiosidad, pero poco podía investigar sin saber ni el nombre. Pasaron los meses y un día facebook se llenó de referencias a ese documental porque había sido emitido previa censura en TV3. Supe que era aquel del que hablábamos por los caminos asturianos, no tuve duda.

Pasé varios días bebiéndome toda la información que calló en mis manos sobre aquellos acontecimientos del 4F. Devoré el blog de Patricia Heras, artículos, declaraciones de Rodrigo Lanza, de su madre. Y por supuesto vi el documental. No daba crédito. Puedo asegurar que es de las historias más terroríficas a las que me he asomado últimamente. El pavor que me provoca radica en lo real del asunto, la vulnerabilidad total del ciudadano en manos de los perros del poder me pareció tan escabrosamente cierta que me inundó la terrible sensación de impotencia. En una democracia no cabria este navegar incierto entre el azar de estar en el sitio "erróneo" en determinado mal momento, y la mala intención de las instituciones acorralando a ciudadanos inocentes, maltratados, torturados, ninguneados y vulnerados en hasta el último de sus derechos más básicos.


A grandes rasgos, el 4 de febrero de 2006 un agente de la Guardia Urbana de Barcelona resultó herido de gravedad en el desalojo de una fiesta que se celebraba en un edificio okupado (de tiempo atrás) que era entonces propiedad del Ayuntamiento de Barcelona. Las evidencias científicas confirmadas por varios peritos apuntan a que la lesión debió ser causada por un objeto contundente caído desde arriba (probablemente desde un balcón). Sin embargo, se detuvo a varias personas a pie de calle y se les acusó de haber lanzado una piedra a la cabeza del agente que quedó en coma. No solo esto. Cuando se llevó a los detenidos al Hospital del Mar a curar heridas de torturas, se detuvo a otras dos personas que estaban allí y que tenían cierta estética que pareció cuadrar con el relato de los hechos que estaban inventando. En este caso un peinado llamativo bastó para desgraciar la vida de dos personas, una de ellas al cabo de los años y ya condenada a pena de cárcel, no podría soportar la presión de todo lo vivido y decidiría terminar con su vida. Todo ello para tener reservar de chivos expiatorios, porque al fin y al cabo, si no lograban acusar y condenar a alguien como autor del homicidio (en su momento se creía que el agente moriría, fianlmente quedó en estado vegetativo), el responsable subsidiario sería el dueño del edificio. ¡Bingo! El Ayuntamiento de Barcelona, con Joan Clos al frente en aquel momento, un hombre que cambió su versión de los hechos para adaptarlas a las necesidades de la nueva acusación, y que luego -como detalle- fue nombrado ministro en un gobierno de Zapatero.

Y no, no voy a contar la historia al completo, porque no lo voy a hacer mejor que Xavier Artigas y Xapo Ortega, solo diré que he sentido vergüenza, miedo y una profunda rabia por lo que le hiceron a esos chicos la policía, la jueza, el Ayuntamiento de Barcelona. No pestañearon al criminalizarlos por su estética, al pasarse por el forro opiniones científicas que avalaban su inocencia, al torturarlos y permitir que los torturasen mirando hacia otro lado, para que una institución "respetable" no saliera salpicada de su propia mierda. Y si, me he posicionado abiertamente y me he tragado todo lo que decía el documental, llamadme ilusa, pero es que es tan obvio el dolor, es tan obvia la injusticia que la única objetividad está del lado de esa gente, de los que defendieron y defienden su inocencia, de cuyas vidas fueron malogradas por una pandilla de desalmados.

Ojalá en algún momento encuentren algo parecido a la justicia, ya que después de todo lo vivido no creo que se pueda hacer justicia total. El propio Rodrigo Lanza afirma que el no cree en la justicia y no le culpo. Para él, para ellos, no hubo ninguna. Ni siquiera la solidaridad de un pueblo desinformado, ni siquiera la denuncia de solo una persona que dentro de esa amalgama de piezas que componen un proceso de esas características hubiera levantado la voz para decir que algo no iba bien. Nadie. Ahora que empieza a conocerse, parece que son más las voces que se alzan para denunciar esta demencia, que lamentablemente no es un caso aislado. Señoras y señores, en España se tortura, se miente desde las más altas instituciones, se encarcela a la gente por montajes policiales y judiciales, se juega alegremente con la vida y la felicidad de los inocentes.
Esta pasando aquí y ahora.
Despertemos.

 Alba Sánchez.

1 comentario:

  1. Nos venden una España diferente o lo que seamos ahora que esa es otra.

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