miércoles, 12 de noviembre de 2014

ESOS LECTORES "PEREZOSOS" DE INTERNET

Últimamente me vengo encontrando con sorpendente frecuencia con lectores que -desde el cariño- me dicen que corte el rollo. No me lo dicen así, aunque muchos son mis amigos y podrían, pero el mensaje de fondo viene a ser: Alba, te enrollas como las persianas y esos textos tuyos tan largos son indigestos para un buen porcentaje de tus potenciales lectores. Creen que si fuera más sintética me leería más gente, que a veces da pereza enfrentarse a un texto cuando vez un párrafo detrás de otro y la cosa no termina con un golpe de la rueda del ratón, o de dedo si vamos por lo táctil. Me encantan las críticas constructivas, y me encanta que las personas que me dicen esto, me demuestren a continuación que ellos sí que se han leído la parrafada de turno, aunque ni siquiera todas sean buenas ni interesantes. Me gusta ver que tengo buenos lectores, la cantidad no me interesa tanto. Sin embargo se a lo que se refieren. Y después de darle un par de vueltas desde que me lo dicen unos y otros, observo problemas de fondo a esta actitud de la que me hablan: el primer problema es que creo que tienen razón; el segundo es esa perniciosa tendencia a la excesiva simplificación a la que nos abocan las nuevas tecnologías; y por último, el tipo de lectores en el que nos estamos convirtiendo.

Tienen razón, lamentablemente, su interpretación es cierta. Existe una tendencia hacia la pereza lectora que cada vez está más generalizada. No voy a entrar en los componentes sociológicos que hacen que esto sea así porque entraríamos en otra parrafada que a más de dos les parecería infumable. Pero lo cierto es que hay muchos usuarios de internet que ante un texto amplio o complejo, pasan. Se aburren, se acojonan, les invade el tedio, qué se yo. El caso es que pasan la vista fugazmente por titulares y ladillos, olisquean el texto a ver si hay alguna parte que en concreto les interese, y si no es así, carpezato y a seguir mirando el facebook de tu vecina del quinto. No obstante todavía quedan justos en Gomorra y lectores algo más elevados que se agradecen, aunque también es cierto que en el entorno digital se pasa de ellos al darse prioridad a la simplificación. Y así nos va.

Como periodista y como escritora, rechazo frontalmente esta imposición por el simplismo excesivo que nos llega con asombrosa frecuencia de editores o lectores. Tengo experiencias en varios trabajos que coincidían en el punto de la sencillez: textos cortos, lenguaje simple, pocas florituras, al grano. Yo siempre he pensado que porque un texto sea amplio no quiere decir que no vaya "al grano", pero las ideas complejas y elaboradas merecen, desde mi punto de vista, la misma consideración al ser pasadas a texto. Que los textos de las noticias de los mass media sean simples y cortos lo entiendo, ya que su propia naturaleza de negocio les exige llegar a un público tan amplio que ese criterio resulta válido. Eso no quiere decir que el periodismo, la literatura, la filosofía deban redactarse del mismo modo en todos sus contextos. Menos en un entorno tan plural como internet. Creo que debemos dejar de confundir lo que es operativo para vender muchos periódicos, de lo que es importante y sustancial, y que por lo tanto merece pararse quizás más de diez minutos en la lectura y el análisis.En este sentido los profesionales tenemos gran responsabilidad.

Todo esto no habría que explicarlo si en general fuésemos otros tipo de lectores. Quizás si simplemente tuviésemos un hábito lector generalizado. Ahora hablo de los españoles en su conjunto, un pueblo que pasa bastante de la lectura y que presume de lector porque se ha ventilado la saga Crepúsculo en dos días, que muy bien, pero que no solo la velocidad de lectura habla de un lector voraz, que finalmente puede serlo realmente. O no. La calidad de la historia, su grado de elaboración, el ideario que un libro lleva detrás, también dice mucho de quien lo lee. Yo misma me leí El Código Da Vinci hace años y creo que lo fulminé en días, pero a día de hoy no guardo un recuerdo especialmente bueno de ese libro, ni siquiera lo recomendaría, aunque en su momento me entretuvo. Por otra parte tenemos El imperialismo, la fase superior del capitalismo, de Lenin, que ocupa poco más de ciento cincuenta páginas en la edición que yo manejo, y que la mayoría de los lectores de Crepúsculo probablemente considerarían cuanto menos arduo, pese a ser la cuarta parte de las novelas del culebrón vampírico. La dimensión de un texto no quiere decir nada sobre su calidad, es solo el lector, con el esfuerzo de penetrar entre esas letras, frases y párrafos el que tiene la última palabra, y siempre desde sus propio hábito lector y su punto de vista. Pero lo de juzgar a los libros por la cubierta se estila demasiado desde que internet nos hizo presa de la sobreinformación, de la inmediatez, de los contenidos que al segundo han caducado.

Estoy preparando una entrevista con Willy Toledo. La realicé la semana pasada y esta la estoy dedicando en ponerla a punto. El caso es que queda larga porque lo cierto es que hay mucho que decir sobre los temas que abordamos. Mi primera impresión al ver el bruto de texto que me quedaba fue pensar "habría que dosificarla, quizás en dos partes, meter más fotos para que no resulte demasiado texto". Estaba pensando en algunos lectores, los de la pereza textual o literaria, a los que por cierto no conozco personalmente en lo que a mi blog se refiere. Aún así no quería asustarlos. De repente tuve un ataque de lucidez y pensé en mí y en mi entrevistado: yo me he currado una entrevista que considero interesante, y el entrevistado se ha tomado la molestia de darme muchos y buenos contenidos. ¿Recortar? Pues no señor, que para eso ya tenemos a Rajoy ¿Dosificar? Pues tampoco, oiga. Quien quiera que lo lea, quien quiera que lo olisquee, que lo comparta sin abrirlo porque les gusta el titular y la foto, que hagan lo que quieran. Es para la gente que se va a tomar la molestia de dedicarle un rato a leerla en profundidad, para quienes se ha hecho esta entrevista. Serán pocos, pero destacan por su validez.

Por eso me empeño en reivindicar nuestro desarrollo como lectores, y a poner esa prioridad por encima de toda la simplificación en la que nos envuelve un sistema que -¡sorpresa!- no quiere que pensemos. Si no leemos, menos pensamos. Y para mí ahí está la evidencia de tanto afán por la simplificación. Señoras y señores, tengo una noticia: hay que leer más, pero sobretodo, hay que leer mejor y ser más exigentes con uno mismo. Solo así podemos llenarnos la cabeza de cosas realmente interesantes. Si esto lo digo aquí es porque se que quien tiene la suficiente paciencia para comerse mis parrafadas es porque es capaz de leer cosas mucho más interesantes. No nos dejemos llevar por esa vorágime de inmediatez que internet parece querer imponernos, ante un buen análisis, una buena reflexión, no debe haber pereza. El librepensamiento y la calidad de las lecturas con las que decidimos implicarnos están bastante relacionados. Quizás así acabemos de una vez con estos casos que todos conocemos de comunistas que no han leído a Marx, o feministas que no saben quien es Simone de Beauvoir, o qué se yo, anticapitalistas consumidores de apple. Todos tenemos nuestras contradicciones -yo la primera- pero la lectura de calidad nos ayuda a limarlas y es útil. Internet es una ventana abierta al mundo, con sus cosas buenas y malas. En nuestras manos está aprovechar la ventana para asomarnos al exterior y enterarnos de qué va el tema, o utilizarla para saltar al vacío de superficialidad en un suicidio intelectual que nos puede costar caro en términos políticos, sociales y humanos. 





Alba S.









2 comentarios:

  1. qupena que muchos no cinozcan el placer de la lectura.A lo mejor hay culpables visto las infinitas reformas de educación en este pais que aún llamamos España.

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  2. Que pena que muchos no conzcan el placer de la lectura.A lo mejor hay culpables ,visto la cantidad de leyes de "educación"que han esixtido en esto que aún llamamos España.

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