El Real Madrid va a fichar por cerca de 100 millones de euros a un
notas de cuyo nombre no quiero acordarme (más bien nunca lo he llegado a
retener). Pongámosle por nombre hipotético Perico el de los Palotes. Hace poco
el Barça hizo lo propio comprando a un chaval que bien podía confundirse con
cualquier adolescente hiper-hormonado saliendo
de la discoteca de mi pueblo de buena mañana.
Hace ya algún tiempo, la opinión de un futbolista catalán de primera orden en nuestro país, y el terror de las nenas, soltó en rueda de prensa una afirmación que venía a decir que los sueldos astronómicos que cobran los futbolistas pues están muy justificados porque, atención al dato: los futbolistas generan dinero y tienen derecho a recuperarlo en forma de cuentas corrientes a reventar, ya que forma parte de la industria que ellos mantienen en forma, básicamente, dando patadas a un balón. Tampoco es que tengan un doctorado en Harvard oigan, y por lo que se ve, ni falta que les hace.
Cada vez que se remueve el pantanoso mundo del fichaje
astronómico a mí lo que se me remueven son las tripas. Los clubes de fútbol
españoles deben a la hacienda pública una cifra que se estima entre los 500 y
700 millones de euros. Financial Red ha publicado, con fecha de cinco de julio
del presente año, que “los clubes
adeudan a la Agencia Tributaria 663,876 millones de euros, de los
cuales 506,504 millones (a 30 de Abril) los adeudaban
las Sociedades Anónimas Deportivas, que son todas menos el Real Madrid,
Fútbol Club Barcelona, Athletic de Bilbao y Osasuna”. Las cifras varían según
la fuente en prensa, aunque no mucho. La dificultad para encontrar datos
oficiales es interesante en sí misma.
Sobre los sueldos de los jugadores, no solo no hay datos muy
fiables, sino que no sería veraz dar números sin tener en cuenta que derechos
de imagen, contratos publicitarios y bolos en general están fuera del sueldo en
cuestión. Por lo que he ido leyendo en webs futboleras varias el más cutre de
todos viene ganando 20.000 euros al día. Y de ahí, subiendo, hasta cifras de
seis cifras diarias que no doy porque como digo, no me parecen del todo
veraces.
Aquel futbolista jovenzuelo y risueño que se cree muy
importante porque “genera dinero” tal y como el mismo dijo, se merece una
respuesta. No él, sino su actitud. No vamos a mencionarle, no sea que me cobre
también por ello. Lo importante es saber “oír más allá”. ¿De verdad se merece
alguien semejante sueldo por saber jugar al fútbol? Por muy bien que se haga,
no son neurocirujanos, ni siquiera está comprobado que sepan escribir con
corrección. De ellos solo se sabe que juegan muy bien al fútbol, y por eso son
héroes nacionales. Y punto, niña.
Generar dinero es una cosa, generar riqueza es otra. Generar
dinero es hasta cierto punto fácil. Hay negocios como el fútbol, como pasar
droga, como especular en general, como prostituirse incluso, que generan dinero
a buen ritmo. No me parece un mérito en sí mismo, menos aún cuando todo el
dinero que generas fluye únicamente en el limitado círculo del propio negocio.
El futbolista que cree merecer tan desorbitado sueldo, solo genera dinero en el
entorno inmediato del club, nadie fuera de él se beneficia de ese “dinero”. Ah
sí, perdón, los camareros y propietarios de bares, ya que nos gusta tanto basar
nuestro desarrollo social en turismo y hostelería, no debemos dejar de
mencionarles…
En cambio, generar riqueza, que no dinero, es lo que parece
que a este país se la trae al pairo. Riqueza se genera pagando los impuestos
oportunos, que se traducen en mejoras para todos, en hospitales, en colegios,
en ayuda social, en alumbrado público o recogida de basuras. Esas cosas que
parecen importarnos tan poco cuando los veintidós de turno saltan al campo y se
nos olvidan toda serie de recortes, crisis, o agravios de clase en general.
La cuestión está en qué queremos apoyar: a los generadores
de dinero para cuatro gatos, o a los que generan riqueza para todos. Exigir que
los clubes de fútbol salden sus deudas con la hacienda pública no es algo que
debiera estar haciendo yo aquí, con mi discreta capacidad de difusión del
mensaje, sino el señor Montoro o la señora Bañez desde sus ministerios de
Hacienda y Empleo. En lugar de agitar al personal para que se chive del vecino
que no hace factura en un buzón de delatores de lo más rancio, que se encarguen
de hacer su trabajo y perseguir a quienes defraudan pasta gansa de verdad,
entre ellos a los clubes de fútbol y a su burbuja de sueldos irrisorios en el
contexto de un país donde el sueldo mínimo interprofesional apenas supera los
600 euros.
Cuando en nuestra
propia cara nos dicen que se pagan 100 millonazos de euros por un tío que -se
comenta- mete goles. Y sabemos, intuimos y casi creemos con certeza que en ese
club no paga impuestos ni el Tato, no sé donde le ven la gracia los hinchas a
semejante broma de mal gusto para seguir animando, llorando, vitoreando a estos
personajes, becerros de oro del siglo XXI, pan y circo al más puro estilo del
Impero Romano. Dioses de barro que han vendido su alma a un sistema depredador
del pueblo, por una buena suma de dinero, aunque nunca de riqueza.
Alba
Hay que dormir al pueblo.Eso siviviendo a su costa.
ResponderEliminarCarlos Marx decía que la religión era el opio del pueblo,el de hoy esta claro cual es.
Mientras haya burros siempre hay quien va a caballo.