miércoles, 10 de julio de 2013

CUÁNTO ANIMAL!

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“Un país, una civilización, se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales”. 
Lo decía Gandhi allá por los años noventa, y la vigencia de su afirmación es total. Lástima que sea en sentido negativo, y que al parecer aún no hayamos aprendido, pese a nuestro desarrollo tecnológico y intelectual, a respetar y convivir en paz con nuestros compañeros de viaje.
El maltrato animal es un hecho en la historia de la humanidad, incluso es uno de los pilares del desarrollo en sus albores. Quizás no siempre hemos tenido plena conciencia de estar maltratando a un animal, pero lo que si es obvio es que tradicionalmente les hemos considerado cosas, posesiones de las que podíamos disponer a nuestro antojo y para nuestro interés por diferentes motivos.
A algunos se les acoge en casa, se les quiere desaforadamente durante un tiempo (según las estadísticas, especialmente entre navidades y el mes de abril, justo antes de comenzar a hacer las maletas para irse a la playa) y luego se les despacha en cualquier cuneta o gasolinera. Como si no fueran seres vivos, como si no pasasen calor o hambre, como si después de todo, merecieran terminar atropellados o sacrificados. Como si fuesen juguetes pasados de moda.
Con otros nos divertimos en encierros donde hay muchos más animales que los toros en sí. Por alguna razón que se me escapa, en demasiados lugares de nuestro país parece imposible divertirse sin que sea a costa de unos cuantos toros a los que aturdir entre miles de mozos borrachos. La tradición por encima del derecho del animal a la vida y a la dignidad. Al fin y al cabo son nuestros, y como tal podemos matarlos, jugar, y hacer lo que nos de la gana porque según parece, los animales no sienten ni padecen. Por favor, entiéndase la ironía.
A veces me pregunto qué pensarían otras civilizaciones hipotéticas, venidas de los confines del Universo conocido, si nos vieran lanzar cabras de los campanarios, lancear a un toro indefenso porque “es la tradición”, o encenderle los cuernos con fuego con la única finalidad de hacer el ganso y el cafre. Para divertimento de unos minutos, condenamos a un animal a una muerte cruenta, y no mostramos la más mínima asertividad hacia un ser inocente.
Según Anima Naturis –la más grande organización iberoamericana por los derechos de los animales- cada año mueren en España 40.000 toros en corridas o diversos festejos, además de unos 200 caballos. Solo por diversión, solo por tradición.
A parte del dato, no hay que dejarse engañar por el politiqueo y el mercado de votos que todo lo impregna. Cuando parecía que algunas comunidades como Cataluña daban un paso adelante prohibiendo las corridas en las plazas catalanas, la verdad de fondo es que los toros embolaos ni tocarlos, y ahí siguen ardiendo sus astas cada verano porque quitarlos tendría una repercusión importante en el recuento electoral. No nos dejemos engañar: hipocresías las justas. La defensa animal debe ser íntegra, y nunca una estrategia política.
El maltrato animal es un concepto amplio que recoge diversas formas de vejación: golpes, humillaciones, peleas organizadas, transportarlos inapropiadamente, mantenerlos en estado de malnutrición o insalubridad, sin cobijo, en instalaciones inadecuadas, con dificultades para su movilidad o sin atención veterinaria.
Todos hemos pasado en alguna ocasión por alguna finca donde las vacas –o lo que fuese- se torraban al sol de agosto sin el sombrajo más rudimentario al que acogerse. Si alguno ha recapacitado sobre ello alguna vez, que sepa que es posible denunciarlo a Seprona, y que tales exigencias son obligatorias para el dueño de los animales: no caigamos en ese sentir de “estamos perdiendo el tiempo” y demos un paso adelante por los más indefensos.
Hace poco hemos acogido a un gato en casa de mis padres. Estaba famélico, lleno de heridas de peleas callejeras, y con los bigotes y las cejas cortados –esto último no creo que se lo hicieran otros gatos en trifulcas-.  Si algún desalmado no tiene nada mejor que hacer que cortarle a un gato los bigotes, si de alguna manera es su forma de reforzar su ego de especie superior, debería hacérselo mirar sin duda. Tal divertimento no dice mucho de la calidad de lo que hay dentro de esa cabeza. Como el asesino de gatos de Talavera, como quienes cuelgan a sus galgos cuando se hacen viejos y no pueden cazar, como tanto salvaje, como tanto enfermo suelto.  
Bernabé –así se llama el gato que encontramos- ha tenido una segunda oportunidad, y por suerte para él, no ha sido uno de los peores casos. No obstante, solo una conciencia común y solidaria que asuma que los animales son compañeros y no posesiones, y que merecen todo el respeto de mundo, nos convertirá en mejores personas, en seres humanos como tal. Mientras sigamos consintiendo maltrato animal indiscriminado, o practicándolo, nuestra civilización tendrá pendiente su asignatura más importante: la de la humanidad.
Hay pasos que dar, soluciones que aportar entre tanta negatividad: no compres un animal, adóptalo, sálvale la vida de morir en la perrera, o acude a una protectora para ayudar a un pequeñajo a tener una vida mejor. Lo que recibirás a cambio por su parte, no tiene precio. Recuerda que es para toda la vida, no es un juguete sino que será uno más en tu familia. Si no puedes asumir esto, simplemente no tengas animales.
No acudas a fiestas populares que impliquen maltrato animal, rechaza frontalmente cualquier práctica donde el animal sea cosificado para nuestro divertimento o por nuestro interés. No son juguetes, menos cuando lo que está en juego es su propia vida.
Si comes animales, al menos que sean adultos, no crías, y apuesta por la ganadería ecológica. No hay derecho a tratarlos como mercancías, son vidas inocentes que no tienen porque pagar el precio de nuestro egoísmo. La cadena alimentaria no lo justifica todo, al fin y al cabo, qué pensaríamos si esa civilización extraterrestre se zampara a nuestros bebés “porque están más tiernos”, cuando desde el punto de vista nutricional no tiene justificación, es que no hay que hacerlo.
Por un mundo donde haya sitio para todos, concienciémonos: NO AL MALTRATO ANIMAL.

1 comentario:

  1. Alguien dijo "cuanto más conozco al ser humano más admiro a mi perro.
    Creo que esa frase lo dice todo.

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