sábado, 9 de marzo de 2013

PEQUEÑAS-GRANDES GRANDEZAS


Ojalá la hubiese conocido en aquella época. Cuando para mí solo era una madre y no veía la mujer que había tras ella. Me faltaba algo de perspectiva para ser capaz de reconocerla, como a todos los niños. Me faltaba quizás, mi dosis de madurez, la perspectiva de la mujer que ella hizo de mí, para ser capaz de ver con claridad de donde vengo y por qué. Para ver todo lo grande que era y que es.

Ella es una de estas pequeñas-grandes mujeres que son pioneras sin enterarse. Dejó el pueblo y se puso a trabajar desde los dieciocho años. Sin estudios, en una ciudad que no era el cómodo entorno rural donde solía refugiarse los fines de semana. Poco a poco se hizo con su lugar: fregó, cocinó, limpió… fue toda una navaja suiza en el centro sanitario donde encontró su primer hueco. Nunca se le calló ni un solo anillo. Ni renunció a una vida clásica, como ella es feliz: con su novio, su boda “comodiosmanda”, su casita de dos pisos con jardín. Todo poco a poco.

Cierto es que no se cumplieron todos sus sueños pero, ¿a quién le pasa eso? Quizás otros que no tuvo se revelaron ante sus ojos sin darse ni cuenta. Ella quiso ser modista de alta costura, y estudió para ello, para vestir las grandes pasarelas en las que finalmente nunca puso un alfiler. No mucha gente sabe que tiene un título de profesora de corte y confección, pero todo el mundo conoce su gran talento en lo textil, el afanoso y delicado trabajo de sus manos con las agujas, los preciosos pañuelos que borda, los magníficos cuadros que adornan su casa. De que es una artista con una delicadeza sublime no le cabe duda a quien se tome medio café con ella.

No obstante, ahí no acaba todo. Siendo ya madre de dos hijos –uno de ellos yo, lo cual es un añadido de dificultad- aprobó el graduado escolar y un título de formación profesional que le abrirían las puertas a su futuro definitivo: la asistencia sanitaria. No es doctora, no es enfermera. Es una de estas personas que tiene el don de hacer sentir bien al personal casi sin quererlo, porque siempre sonríe, porque nunca dice una palabra fuera de tono, porque es prudente y respetuosa. Por todo ello, y por mucho que se hayan perdido las grandes pasarelas, en ningún otro trabajo encajaría tan bien como en el que desempeña desde hace ya décadas: es auxiliar de enfermería y acompaña, ayuda y atiende a enfermos psiquiátricos. Y si yo fuera uno de ellos, agradecería tener a alguien como ella cerca.

Es cierto que toda su vida la ha recorrido al lado de un compañero, pero también ha tenido que hacer muchas cosas difíciles sola cuando las circunstancias han mandado: cuidar de sus hijos con su marido trabajando lejos durante meses, y sin dejar de trabajar ella misma. Eso es duro para el más pintado, también para ella. También eso lo superó con muchas horas de lucha. Pudo quizás haberse subido al carro de ser una mantenida y haberse ido tras su marido, quien sabe, en aquella época aún se estilaba. Pero ella prefirió mantener el tipo mientras su compañero lo mantenía también. Cada uno con sus circunstancias del momento, trabajando en equipo con las cosas como venían.

Es cierto que no le caen especialmente bien los políticos, ni se mete en camisas de once varas como la cafre de su hija. Pero cuando llega el ocho de marzo, se va con sus amigas a comer a un restaurante y deja a mi padre desconsolado con unas sopas de tomate o lo que quiera que pueda apañarse. Porque es una fecha con la que se siente muy identificada, y porque se lo pasa muy bien con sus compañeras. Y porque es una mujer trabajadora como la copa de un pino y ella lo vale y se lo merece.

Qué voy a decir yo de mi madre, pensaréis muchos. Puede que parezca que la historia de mi familia es una peculiaridad que explico desde la subjetividad más absoluta y en parte así es. Sin embargo la intencionalidad de esta reflexión es que hoy, día ocho de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, es un buen día para abrir los ojos y ver a las enormes mujeres que nos rodean y que no tienen por qué estar en los consejos de dirección de grandes empresas, o en política, o con tres carreras universitarias: que pueden ser simplemente las mujeres que han sido capaces de darlo todo sin renunciar a lo más importante: su identidad como mujeres libres y autónomas. Y esas, están por todas partes, y han sido la plataforma sobre las que las más jóvenes hemos podido tener lo que tenemos. Qué menos que un reconocimiento en estos tiempos que corren, tan dados a olvidar las cosas importantes, las que están dentro de nuestras propias casas.

Con todos mis respetos a las grandes mujeres emancipadísimas y modernísimas de las que se supone que formo parte, mi pequeño homenaje hoy va para las anteriores. Las que nos han hecho la cama, las que han sido pilares de familias enteras con todo el esfuerzo que solo puede caracterizar a una mujer que los tiene muy bien puestos, y que sin embargo han pasado un poco más desapercibidas en los libros de historia. Las grandes mujeres están por todas partes y seguro que todos conocéis un caso especial. Os animo a compartirlo.

Y la que quiera otra cosa, que la busque, por supuesto. Que el sueño de la casita con jardín de mi madre no cuadra con la idea de alguna, no importa. Lo importante es que seamos mujeres capaces de crecer persiguiendo cualquiera que sea nuestro sueño, sin importar las trabas que nos pongan o las veces que nos tropecemos en el camino. Que seamos capaces de demostrar todos los días y no solo hoy, lo mucho que valemos, y todo lo que hemos aprendido de las mujeres que han preparado el camino que hoy transitamos hacia la igualdad, con reivindicaciones diferentes y con necesidades diferentes, pero siempre las mismas mujeres luchadoras, hijas de las luchadoras de ayer, y madres de las de mañana.
Un abrazo a todas las compañeras, y a los hombres que reconocen la grandeza de las mujeres con que comparten su vida.
Alba Sánchez


4 comentarios:

  1. Si hay comentarios.
    El primero gracias por todo lo que dices de mi compañera del alma,sé que la vida en común no es fácil pero ls años vividos a su lado los volveria a repetir sin la menor duda.Ella es para mi lo mejor,en ella tengo todo lo qué necesito y sólo pido estar a su lado lo años qué la vida aún me dé.No me averguenzo al decir que la quiero con toda mi alma.
    Y para todas las luchadoras anónimas, mujeres de verdad hembras con reaños que a la sombra y en silencio a los hombres tan "machos" nos deverian avergonzar por que en su lucha callada poquito a poco cambian muchas cosas que el machismo retrógado y cerril se empeña enque nada cambie cuando;en su aptitud sólo hay miedo y cobardia,OLÉ POR TODAS LAS MUJERES COMO LA MIA.

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  2. me gusta bastante tu blog, saludos desde chile.

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  3. me gusta lo que escribes en tus post, son realmente buenos. Saludos

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