lunes, 22 de octubre de 2012

EL CIEGO QUE NO QUIERE VER


 

Se veían venir las declaraciones de Cospedal: “la victoria popular en Galicia es un claro respaldo a las políticas del gobierno”. Ahí queda eso. Me disponía yo a hacer un análisis electoral, con sus cifras, sus porcentajes y todas esas cosas que pueden hacerte parecer un buen periodista, pero se me han quitado las ganas tras escuchar glorias como la de la secretaria general pepera.

Y es que me parece indignante que ante unas elecciones donde la única mayoría ha sido de la pasmosa abstención, todavía tengan la cara de colgarse laureles que no son sino de humo. El Partido Popular tiene una victoria parlamentaria pasmosa, pero nada que ver con su fracaso electoral: ha perdido, entre otras cosas, cerca de 200.000 votos con respecto a las elecciones autonómicas, pero eso ahora no importa porque ahora están de fiesta y no hay que cortar el rollo con numeritos.

Eso es lo que se entiende en este gobierno por apoyo y respaldo: tener una mayoría dentro del 63% de los votantes convocados que han acudido efectivamente a votar, es suficiente en la más cutre de las democracias. No importan las abstenciones ni el descontento que pueda haber ante un porcentaje tan elevadísimo de personas que no han querido participar en su juego democrático de pacotilla. No hay peor ciego que el que no quiere ver, desde luego.

Por primera vez en nueve meses, Mariano habrá dormido como un bebé, a pierna suelta, mecido por el arrullo de los vítores a Feijóo, pensando que realmente ha solucionado algo, que los gallegos están con él. Yo personalmente creo que no es lo mismo tener la mayoría de los votos, que tener un apoyo social mayoritario. Para lo segundo hace falta algo más que irse a comer pulpito a la gallega cámara mediante. O eso quiero creer.

No obstante, ahora creen tener carta blanca con esos apoyos ilusorios que se sacan de la manga, lo cual quiere decir más penuria, más recortes y más miseria. Lamentable y previsiblemente se harán fuertes en el recuerdo de las elecciones gallegas (no tanto en el de las vascas) durante algunos meses más, justificando lo injustificable, campando a su anchas y a golpe de decreto con los tiranos métodos de gobierno que se gastan y que todos conocemos.

He de reconocer que me han decepcionado profundamente los resultados de Galicia, un pueblo de trabajadores como cualquier otro de España, un pueblo que está muy lejos de verse social y/o económicamente reflejado con los intereses de la derecha, que pone su destino en quienes ya han demostrado que lo que tienen preparado para España no es sino recorte tras recorte, vejación tras vejación. No obstante si eso es lo que quiere Galicia, hágase su voluntad, pero a mi si me lo permiten y por eso de no perder la esperanza, seguiré pensando que el problema sigue siendo el mismo, que la misma falta de fe que no sin razón aleja a más de uno de las urnas, es la victoria de quienes cuentan con un voto de clase. Esa ventaja, hay que reconocérsela, mal que nos pese.  Lo peor es que a veces me da por pensar que se lo ponemos fácil…

1 comentario:

  1. ¿Es que vivimos en una democracia en España? la verdad es que no lo veo.¿como se llama un sistema que ampara al poderoso ,que no devuelven lo que desvia ¿perdon? roban ,recorta a los débiles y los que estan elegidos por el pueblo para hablar por ély procurar justicia y bién para todos viven con privilegios sin ruborizarse ante tanta injusticia y miseria que viene....¿las digo ó mes las callo?

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