Se veían venir las declaraciones de Cospedal: “la victoria
popular en Galicia es un claro respaldo a las políticas del gobierno”. Ahí
queda eso. Me disponía yo a hacer un análisis electoral, con sus cifras, sus
porcentajes y todas esas cosas que pueden hacerte parecer un buen periodista,
pero se me han quitado las ganas tras escuchar glorias como la de la secretaria
general pepera.
Y es que me parece indignante que ante unas elecciones donde
la única mayoría ha sido de la pasmosa abstención, todavía tengan la cara de
colgarse laureles que no son sino de humo. El Partido Popular tiene una
victoria parlamentaria pasmosa, pero nada que ver con su fracaso electoral: ha
perdido, entre otras cosas, cerca de 200.000 votos con respecto a las
elecciones autonómicas, pero eso ahora no importa porque ahora están de fiesta
y no hay que cortar el rollo con numeritos.
Eso es lo que se entiende en este gobierno por apoyo y
respaldo: tener una mayoría dentro del 63% de los votantes convocados que han
acudido efectivamente a votar, es suficiente en la más cutre de las
democracias. No importan las abstenciones ni el descontento que pueda haber
ante un porcentaje tan elevadísimo de personas que no han querido participar en
su juego democrático de pacotilla. No hay peor ciego que el que no quiere ver,
desde luego.
Por primera vez en nueve meses, Mariano habrá dormido como un
bebé, a pierna suelta, mecido por el arrullo de los vítores a Feijóo, pensando
que realmente ha solucionado algo, que los gallegos están con él. Yo
personalmente creo que no es lo mismo tener la mayoría de los votos, que tener
un apoyo social mayoritario. Para lo segundo hace falta algo más que irse a
comer pulpito a la gallega cámara mediante. O eso quiero creer.
No obstante, ahora creen tener carta blanca con esos apoyos
ilusorios que se sacan de la manga, lo cual quiere decir más penuria, más
recortes y más miseria. Lamentable y previsiblemente se harán fuertes en el
recuerdo de las elecciones gallegas (no tanto en el de las vascas) durante
algunos meses más, justificando lo injustificable, campando a su anchas y a
golpe de decreto con los tiranos métodos de gobierno que se gastan y que todos
conocemos.
He de reconocer que me han decepcionado profundamente los
resultados de Galicia, un pueblo de trabajadores como cualquier otro de España,
un pueblo que está muy lejos de verse social y/o económicamente reflejado con
los intereses de la derecha, que pone su destino en quienes ya han demostrado
que lo que tienen preparado para España no es sino recorte tras recorte,
vejación tras vejación. No obstante si eso es lo que quiere Galicia, hágase su
voluntad, pero a mi si me lo permiten y por eso de no perder la esperanza,
seguiré pensando que el problema sigue siendo el mismo, que la misma falta de
fe que no sin razón aleja a más de uno de las urnas, es la victoria de quienes
cuentan con un voto de clase. Esa ventaja, hay que reconocérsela, mal que nos
pese. Lo peor es que a veces me da por
pensar que se lo ponemos fácil…
¿Es que vivimos en una democracia en España? la verdad es que no lo veo.¿como se llama un sistema que ampara al poderoso ,que no devuelven lo que desvia ¿perdon? roban ,recorta a los débiles y los que estan elegidos por el pueblo para hablar por ély procurar justicia y bién para todos viven con privilegios sin ruborizarse ante tanta injusticia y miseria que viene....¿las digo ó mes las callo?
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