Hoy es el
Día de las Fuerzas Armadas y no tengo clase, cosa que me encanta porque por
supuesto que me seduce la idea de dormir hasta tarde, pero que no entiendo del
todo. Al fin y al cabo, nada tengo que ver –ni ganas- con el mundo militar
armamentístico. Supongo que el hecho de que mi país sea un gran inversor en el
negocio, así como sus bancos, me obliga a tener un día más de fiesta en el
calendario.
Bromas aparte,
es que además del día de la Fiesta Nacional… curiosa coincidencia. Quizás
preferiría que coincidiese con el día del Orgullo Gay o con el de la Madre la
verdad, me parece más tierno que celebrar el orgullo patrio entre tanques, que
más que tierno me parece una brutalidad. Pero bueno, al fin y al cabo este es
el país del “es lo que hay” o el “esto son lentejas”, como diría mi abuela.
Pues como
son lentejas y el que quiere las deja, yo más bien las dejo. Me es difícil
sentirme orgullosa de ser española con la que está cayendo, ya de entrada, pero
además sentirlo en el día en que se conmemora una brutal colonización a los que
eran países libremente ignorantes de lo que se cocía en nuestros espíritus
ambiciosos e imperialistas, eso me resulta sencillamente imposible.
No es que me
sienta responsable de lo que hicieran los conquistadores en aquella ya muy
lejana época –y quizás debería más que nadie por extremeña-, es que creo
que sin rencores ni revanchas deberíamos
llamar a las cosas por su nombre. Los españoles en América Latina, y los
ingleses en el norte no conquistaron nada porque en América ya había pueblos
libres. Además en una simbiosis con la naturaleza excepcional, que en lugar de
ser admirada fue motivo de tacharles de bárbaros y poco menos que de animales.
Ellos
también tenían lo suyo, no vamos a decir que todo estuviera genial porque eso
nunca y en ningún sitio. Moctezuma, por ejemplo, no era precisamente un alma de
la caridad desde luego, pero no hay que confundir la liberación de un pueblo de
lo que se considera un tirano con la evangelización y el sometimiento posterior
del mismo a una cultura y a una religión que ni les va ni les viene. Esas
ansias libertadoras no pueden no recordarme a las acciones estadounidenses contra
Sadam Hussein, con la filosofía de “hay que liberar a esta gente, y de paso
quedarnos con lo suyo”… Pues como que no.
Era otra
época, otra mentalidad, y la historia sucedió así y es imposible de cambiar. Pero
no pasa nada por simplemente reconocer los hechos históricos, y por supuesto por
no celebrar ese día como el del orgullo nacional.
Por otra
parte está eso de despertarte –si vives en Madrid- los 12 de Octubre al rugir
de los kazaa. Aunque se nota que este año han recortado y solo he oído uno, me
parece un horror, así de crudamente, que el sonido que para otras personas en
otras partes del mundo significa muerte y destrucción, lo que debe ser como el
oír las campanas del apocalipsis con su consecuente pavor y desesperación, aquí
sea motivo de jolgorio y exaltación del orgullo nacional.
Me parece
simplemente un insulto para los pueblos que sufren guerras –de las que por
cierto nos beneficiamos-. Me parece una frivolización tan innecesaria como
cruel. No lo soporto. ¿Es de eso de lo que debo sentirme orgullosa? ¿De las
máquinas de matar que mi país tiene y exhibe como si de un tesoro se tratasen?
¿De verdad hasta ese punto estamos locos?
Los
españoles tenemos cosas de las que sentirnos realmente orgullosos y que no comprometen
las conciencias que –como la mía- no comulgan mucho con el rollo militarista y
su asociación al patriotismo, ni tienen que ver con colonizaciones que
conmemoren supremacías internacionales tan obsoletas como falsas. Podríamos
celebrar la Fiesta Nacional en el Día del Donante de Sangre o en el Día Mundial
del Trasplante, campo en el que uno puede sentirse muy orgulloso de ser líder
mundial, pero no. Preferimos sacar los tanques y los aviones y aplaudir al paso
de la cabra de la Legión. Preferimos seguir escuchando en el centro de Madrid
las campanas del apocalipsis, que en nuestra eterna soberbia nos suenan a gloria.
Ami también me gustaria que no esistieran las armas.De todos modos ya que las hay que no sirvan de orgullo,son para MATAR.
ResponderEliminarPero este es el mundo que nos toca vivir,ya dijo alguien que lo pararan que él se bajaba,me temo que siempre será así.Lo que debemos hacer es no callar,nuncay menos admirar esta clase de actos.Yo también lo haria si tubiera poltronas y prebendas¡hay la patria!