domingo, 8 de enero de 2012

Sobre fronteras cerebrales y amnesia histórica

Ayer volé. En un avión, quiero decir. Tomé un avión para despegarme de mis vacaciones y volver como tantos otros a la realidad postnavideña de trabajo y buenos propósitos.

Ante cierto incidente que a continuación os relato, me encontré pensando que un mal compañero de viaje puede ser lo peor que te pase en un cubículo tan pequeño como puede ser un avión low cost. El episodio consistió en lo siguiente: entré en mi avión de las primeras, me senté en mi sitio y saqué un libro dispuesta a esperar pacientemente a que la marea de usuarios de mi mismo vuelo pasasen y se acomodasen. Normalmente el caso que hago a los movimientos de estas personas a mi alrededor es mínimo, salvo esta vez, que ante cierto comentario casi doy un salto que habría destrozado el compartimento de la mascarilla.

El autor de la gloria dialógica de la que voy a hablar no tendría más de trece años, doce si me apurais. Era un mocosillo que apenas levantaba metro y medio del suelo, y que por lo visto estaba muy agobiado porque habían tardado mucho en subir al avión ya que había mucha gente en la sala de embarque. Tal era su frustración que no dudó en quejarse ante sus amigos “qué de gente había macho, es que claro, estábamos al lado del vuelo ese de los sudacas”. Ahí es cuando yo irremediablemente levanto la vista de mi libro para ver la cara de tal payaso integral, y me encuentro al niño en cuestión.

La reflexión del infante venía a cuento de que en la puerta de embarque junto a la de nuestro vuelo estaba embarcando un vuelo a Santo Domingo. Las dos colas estaban repletas de gente y casi se mezclaban pero vamos, que desde mi punto de vista no era nada raro en un día de regreso de vacaciones de navidad. El destino del vuelo, creo que era absolutamente irrelevante, y la forma de referirse a las personas que iban a embarcar en él como sudacas por parte del niño, inapropiada.

No sé si inapropiada es la palabra adecuada o debería decir vomitiva. A partir de ese momento, y con la "inmensa" suerte de que el niño y sus amigos se me sentaran justo al lado, pude enterarme de más cosas de mis "fantásticos" compañeros de viaje -no es que me encantase su conversación y pegase la oreja, pero les oía con perfecta claridad-. Los chiquitines iban a Dublín después de sus vacaciones, volvían a su colegio interno irlandés donde estaban aprendiendo de todo menos inglés, dada la paupérrima pronunciación de los nuevos videojuegos que les habían traído los reyes magos. Es decir, estos ineptos prepúberes que se referían en términos despectivos a personas sudamericanas, no eran otra cosa que chicos que iban a otro país a estudiar, está claro que no de la misma índole, pero inmigrantes al fin y al cabo, que habían buscado en otro país lo que consideraran que no había en el suyo (o lo que sus papis forrados consideraran), en este caso educación, pero a la vista está que no la habían encontrado hasta el momento.

Lo que todo esto me dio que pensar es cuan alegremente utilizamos ciertas palabras, todo lo agresivos que podemos ser simplemente con la terminología, pero sobre todo, que injustos podemos resultar cuando dicha palabra viene de un español hacia un latinoamericano. 

No sé si al muchachito en su espiral de ignorancia y hormonas hubiera hecho un comentario similar si la mayoría de los que conformaban la cola del vuelo vecino hubieran sido norteamericanos, ingleses, franceses o alemanes. Quizás para ellos también exista su terminología maldita, pero no es lo mismo. 

No es lo mismo que hayamos adoptado una postura de superioridad ante el pueblo latinoamericano al que tanto debemos, no señor. Nos hemos creído el cuento de que somos Europa hasta tal punto que desechamos verbalmente -que es el principio de una actitud general, no son solo palabras- a pueblos hermanos porque... no se por qué, de verdad. No lo entiendo. 

Esos a los que algunos negados llaman alegremente sudacas, han hecho por España históricamente infinitamente más que cualquier vecinito europeo. Pero claro, en España, ser desagradecido y tener amnesia en lo que a historia se refiere es un deporte nacional. Por poner unos pocos ejemplos: México fue el único país del mundo -que se dice pronto- que jamás reconoció la dictadura de Franco, nunca envió un embajador al franquismo, y cortó todas las relaciones con el régimen fascista, amén de la ingente cantidad de exiliados que acogió sin pedir nada a cambio nunca. A día de hoy es, junto con Cuba, el principal eje de presión internacional y hacia los propios gobiernos españoles para que se investigue a fondo las responsabilidades de la dictadura. Y no es asunto suyo, pero defienden lo que muchos españoles parece que ya han olvidado.

Argentina también me sirve: en los años cuarenta, cuando la lavadora, el televisor o el 600 todavía no le habían lavado la cara al régimen franquista, éste país enviaba buques cargados de toneladas de trigo para los españoles que se estaban comiendo los mocos (casi literalmente). Y aunque esto fueran acuerdos entre gobiernos con cuyas ideas personalmente no comulgo ni de lejos, lo cierto es que así fue, y así de bien que nos vino. 

Los países, en cambio, a los que bailamos el agua -por no decir algo menos bonito-, las grandes Democracias de la vieja Europa, son también las que desampararon a la República electa ante el golpe de Estado y la Guerra Civil. Y son las que creemos que ahora van a salvarnos como buenos hermanitos pequeños que nos han hecho creer que somos. Cuando la realidad es que, una vez más, van a depredarnos.

Sin embargo algunos se han puesto el mundo por montera y por alguna razón que desconozco siguen pensando que son más que nadie, y que pueden utilizar palabros como "sudaca", "moro", "moreno", "negrata", "guachupino" y demás como si no pasara nada, como si no hablásemos con personas tan dignas como cualquier otra -aunque siempre más que quien usa esos vocablos-. De verdad que no sé que nos hemos creído que somos, pero cuando oí a ese niño utilizar esa palabra, no he podido evitar sentir vergüenza ajena, y una profunda lástima por un cerebro tan limitado en quien debería considerarse un cosmopolita al fin y al cabo, yo con su edad no había salido del pueblo en mi vida.  Aunque claro, supongo que cuando el Jefe de Estado español manda callar a un presidente electo sudamericano y toda España lo aplaude, el mensaje está claro. 

No quiero pensar que todos somos así, y no lo pienso, pero si que me gustaría lanzar a propósito de toda esta historia una pequeña reflexión. Los españoles fuimos un pueblo inmigrante, y quién sabe si no lo estamos empezando a ser de nuevo, el tiempo y la historia lo dirán. Con lo cuál, ¿qué posición podemos tener para menospreciar a quien viene a buscarse la vida? Como nuestros abuelos, los que fueron a Alemania, Francia, Suiza etcétera, con una mano delante y la otra detrás, ¿no se merecen los inmigrantes de hoy el mismo respeto? ¿Tan inhumanos nos hemos vuelto que no somos capaces de comprender y de respetar? En fin, espero que sí seamos capaces, y que el niño del avión no se sienta un cuidadano de segunda en Irlanda, porque entonces sabrá a lo que me refiero... 

Cada día estoy más convencida de que las únicas fronteras entre los pueblos están en las mentes de sus cuidadanos más soberbios.



Espero que os guste la canción, para mi gusto motivadora... Cinco continentes en un mismo corazón :)

Bonita semana, y mucha fuerza, esta vez en especial para los lectores latinoamericanos. 


Alba Sánchez

7 comentarios:

  1. Buen y merecido rapapolvo. Es una pena que a veces se menosprecie a la gente de esa manera, muchas veces, sin darse cuenta de lo que dicen en verdad. Simplemente porque utilizan expresiones ya hechas (feas y malas).
    Quitamos importancia a la palabra, cuando la palabra en sí, tiene más poder, de lo que cualquier arma, jamás podrá tener.
    Podemos hacer mucho bien con ella, pero también mucho mal, y mucho daño.
    No debemos restar importancia a cuanto decimos, y sí bien, callarnos y pensar, antes de decir sandeces y feas palabras sin sentido.. pero claro, como tú dices, eso va en la educación, y la cultura, pero sobre todo en la educación, cosa que nos falta de largo, sobre todo en las nuevas generaciones que llegan llenos de sobervia y egocentrismo creyéndose más que nadie y el centro del mundo.
    Un saludo amiga, aún podemos hacer algo entre los pocos que quedamos que nos damos cuenta de esas cosas, el mundo debe cambiar, y no cambia solo.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por tu reflexión Juanlu, interesantísima. Se supone que el don de la palabra debería ser también entendido como una responsabilidad, pero de momento no es así. Eso si, yo creo que el tiempo pone a cada cual en su lugar, también a los soberbios y a los egocéntricos, las lecciones de humildad están en cada esquina si uno sabe verlas, pero claro, estas nuevas generaciones como la que comentas, o como el niño del avión, van demasiado ocupadas mirándose a sí mismos... espero que algún día no se vuelva contra ellos todo este egocentrismo, porque se volverá contra todos, al fin y al cabo, los chavales de hoy son los ciudadanos adultos de mañana...
    Un abrazo amigo!! :)

    ResponderEliminar
  3. Alba el árticulo es duro pero es verdad.Espero que podamos algun dia acabar con todo esto,pero como dice Carlos¿nos comportamos como los lobos?

    ResponderEliminar
  4. Aclaración: supongo que el último comentario debe ser de mi padre, que tiene mi cuenta abierta en su ordenador... jejejeje
    Puede que tengamos algo de depredador tal y como dices pero, ¿resignarse? ¿o educar en la solidaridad y el respeto?... todos tenemos responsabilidad en esto, todos somos parte.

    ResponderEliminar
  5. Por supuesto que lo mejor es educar,e importantisimo hacerlo llegar a los demás,por ejemplo como tú,haciendolo llegar a mucha gente.
    Gracias por tú labor.Hojala que te sigan muchos en tú labor.

    ResponderEliminar
  6. Claro que lo importante es la educación,eso es lo dificil.Tú labor es importante al hacerlo llegar a mucha gente.Que otros te imiten,el empeño es largo,pero la esperanza en el ser humano también debemos contar co ella aunque la realidad a veces parece mostrarnos lo contrario

    ResponderEliminar
  7. http://www.youtube.com/watch?v=WsnYPx9FC_s

    ResponderEliminar

Gracias por tu opinión