domingo, 29 de enero de 2012

Sobrados de amor y saber


Leyendo la prensa -actividad que sigo haciendo pese a la ferviente oposición de mi cardiólogo- he encontrado otro montón de mierda con el que podría deleitaros soltando mis venenos verbales más enfurecidos, pero he decidido que me estoy cansando de hacerme tan mala sangre los domingos por la tarde, que ya de por sí son bastante duros, así que esta semana vamos a descansar de ladrones, corruptos e injusticias varias, y vamos a hablar de algo más humano y más bonito, que también hay mucha belleza en el mundo esperando unos ojos con mirada hábil.

En esta ocasión voy a atender a la petición de un buen lector y atinado comentarista del blog, para que veáis que escucho todo lo que pueda enriquecer Los días inciertos, y que me encanta que participéis :)

En el mundo de las prisas, de la moda extrema, del sálvese quien pueda y de la “eterna juventud”, ya se habla muy poco de ellos. Pero ellos siguen ahí siempre, en la brecha. Son las claves de bóveda de las familias en muchos casos, y los que llevan sobre sus hombros el peso de los años de todos los demás, de sus glorias y de sus desventuras, de sus anhelos y sueños. Son nuestros abuelos.

Esos humildes libros de historia vivientes que se atrincheran en la faldilla con un buen brasero en invierno, o sacan la butaquita de plástico “al fresco” en verano. Los hay de muchos tipos: de boina calada, de ducados negro, de bastón, de cayado, de permanente, de luto, de combinación, de mandil... hay para todos los gustos, pero casi todo el mundo coincide en que el suyo o los suyos son los mejores. Y por supuesto lo son.

Nuestros mayores son esas personas que vieron desde el palco de los años todo lo que nosotros creemos erróneamente que hemos inventado, desde la inocente soberbia de la juventud. Ellos nos han enseñado y ayudado en tantas cosas, que no puedo creer como todavía hay gente que los aparca sin más en una residencia para no volver a visitarlos jamás, o les desprecia cuando se hacen más mayores de la cuenta y necesitan algo de ayuda. Cuán egoístas podemos llegar a ser, y qué olvidadizos, cuando a la hora de pedirles la ayuda que nosotros necesitamos tiempo atrás, jamás nos cortamos un pelo, y eso si hubo si quiera que pedirla. A los hechos me remito: los abuelos son los niñeros del siglo XXI por excelencia, y muchas mujeres les deben el poder haber compaginado su derecho al trabajo con su dedicación a su familia, cuando las cosas aún eran más dificiles para ellas.

Y lo cierto es que desde los ojos del nieto que sabe ver y apreciar lo que tiene delante, el inmenso amor que su abuelo o abuela les regala nunca pasa desapercibido. Quienes hemos tenido la suerte de poder decir eso de “mi abuelo o mi abuela es la mejor” coincidiremos en que esa figura de sabiduría calma y serena ha aportado a nuestras personas grandes dosis de confianza y amor -por todo lo queridos que nos hemos sentido a su lado- de saber -si hemos sido lo suficientemente listos como para atender a lo que tenían que contarnos- y de respeto -por la figura que representan-. Amén de otras muchas cosas, en definitiva el buen abuelo o la buena abuela, siempre habrá hecho de nosotros mucho mejores personas.

Nos refugiábamos en ellos cuando las regañinas de nuestros padres caían sobre nosotros, las vimos presumir ante toda su corrala de amigas de lo guapo/alto/listo y un sinfín de halagos más era su nieto -nosotros-, nos consolaron, nos acunaron, nos curaron las heridas, nos alimentaron. Sin ser sus hijos, y como si fuésemos el más importante de todos ellos. Su amor siempre fue absoluto e incondicional, y nos entregaron y entregan muchos momentos de los años más tranquilos de su vida para hacer que la nuestra, que cada vez resulta más asfixiante, sea un poco más fácil.

Siempre con su granito de arena, siempre con una sonrisa, con un caramelo, con un gran beso que te hace pitar los oídos, con una comida que te quita todas las penas, con su tiempo, con su paciencia. Siempre con nosotros, observando como caminamos entre oleajes de futuros inciertos.

Siendo tanto lo que nos aportan estos, los buenos abuelos, los mejores de cada una, mientras podamos disfrutar de ellos, por qué no aparcar esa indiferencia tan característica de la época actual hacia todo lo que no sea “fashion” o “cool”, y sentarse a escuchar alguna historia de la guerra, o del hambre, o de cuando Franco era cabo. La memoria histórica está viva en cada uno de ellos, y nosotros somos parte de lo que ellos fueron, somos su relevo, los que tenemos que extraer de ellos lo mejor para dejarlo para siempre a nuestro lado, para que siempre vivan con nosotros en forma de sus mejores frases, gestos, historias, chistes y todo aquello que siempre recordaremos a través de los años. No es tan difícil, solo se trata de no tener prisa, y saber escuchar y observar lo que algún día serás tu mismo -con suerte-, y darles el mismo trato que querrías para ti. O lo que es lo mismo, devolverles todo el cariño que vertieron en ti, y que sin duda merecen.



Este artículo está dedicado:

A todos los buenos abuelos y abuelas: a los míos a los que no conocí, a mis padres que lo serán pronto (jeje), y a todos en los que ahora mismo estéis pensando con cariño, pero en especial...

A mi abuela Victoria Arias, de la cual nunca olvidaré que lo último que me contó en vida fue un chiste, y lo último que hicimos juntas fue reírnos.

A mi abuela Dionisia Fernández, que aún vive y que para mí es un regalo.

Y a Victoriano Bermejo, en nombre de un nieto que no podría estar más orgulloso de él.



Bonita semana a todos!!!


Alba Sánchez

10 comentarios:

  1. La inmortalidad es el recuerdo. Grande el abuelo Vito. Gracias, Alba.

    ResponderEliminar
  2. Hola!!!! me gustaría que pasases por la blogoteca.20minutos y des tu opinión y si puedes votar, en buena hora!! Es la primera vez y quiero hacer conocer el blog!!!
    te espero por http://lablogoteca.20minutos.es/todo-preescolar-15750/0/
    Espero te guste!!
    Muy bueno tu blog!!!
    saludos

    ResponderEliminar
  3. Lo primero: el artículo es emocionante, supongo que es general el recuerdo que en todos ha despertado, todos aquellos que tuvimos la inmensa suerte de conocer a nuestros abuelos.
    Y ya aprovechando que el Liffey pasa por Dublin, quiero desbaratar un poko el mito de las residencias. No todos los que tenemos un abuelo allí dejamos de visitarlos, no están abandonados. Las enfermedades q a muchos de nosotros nos puede deparar la vejez hacen que estos lugares sean los idóneos para las personas mayores. De hecho es una pena ver como algunos no tienen el suficiente dinero para pagar la residencia (nuevamente la privatización de la sanidad nos acecha) y malviven en casa: sin la higiene necesaria, saltándose comidas, solos...
    Así que solo eso, decir q ir a una residencia no es lo peor, es duro, pero es una opción que deberiamos tener todos cuando seamos mayores.


    PD: Mi abuelo sí q era el mejor!!

    ResponderEliminar
  4. Me alegro de que os haya gustado

    Bermejo Jr: debería haber dicho de dos nietos orgullosos ;)

    Ruth: estoy muy de acuerdo contigo, la residencia es una opción muy válida en circunstancias de necesidad, lo que no es valido es el abandono que muchas veces implica -afortunadamente no siempre- el saber que la persona en cuestión está atendida. La atención médica o profesional no suple la atención de tu propia familia visitándote con regularidad. Por supuesto no todos están abandonados a su suerte, espero que ni la mayoría, pero los que si lo están necesitan que se hable por ellos también por que desafortunadamente, ahí están. Por supuesto estoy comparto contigo la necesidad de un fomento de las residencias públicas y de calidad, así como una mejora de las pensiones y todo lo que ayude a nuestros mayores a tener una vejez digna -con expectativas a tenerla nosotros también, al fin y al cabo, algún día nosotros seremos los abuelitos :)

    ResponderEliminar
  5. Laura Sánchez Romero30 de enero de 2012, 3:48

    Me ha gustado mucho que dediques un espacio para la vejez en tu blog. La gente tiene muchos mitos y esteoreotipos sobre las personas mayores, y se olvidan que son personas, que tienen mucho que aportar a nuestra sociedad y de las que podíamos aprender y tener en cuenta para muchas decisiones del futuro...
    Sobre lo de las residencias, creo que es necesario cambiar el modelo carcelario de muchas de ellas y abrir paso a unos ambientes más cálidos y hogareños, donde no reine la confusión ya que todas las habitaciones son iguales, etc etc (habrá excepciones por supuesto, pero deberían ser la norma).... Importante hacer participes a la familia, no abocar al abandono y dejar la responsabilidad del cuidado en técnicos y profesionales, que aunque puedan ofrecer cuidados y cariños, los vínculos familiares son al fin y al cabo aquellos que más se necesitan y de los que más orgullosos pueden sentirse los "abuelos".
    Tiempos duros, de mucha necesidad siempre los ha habido y ahora puede que vengan apretándonos el cuello un poquito más, pero con corazón y un poco de razón, todo se puede mejorar. Residencias, centros, propio domicilio, dónde
    tenga que estar, lo importante es que se sienta querido, arropado y cuidado.

    :D

    ResponderEliminar
  6. No podría estar más de acuerdo contigo Laura. Hay muchas formas de tener una vejez digna y de seguir aportando mucho a la sociedad en esos años si la sociedad lo favorece con ese tipo de mejoras que tu apuntas, y siempre en un vínculo de afecto y cariño con la familia, tal y como Ruth señalaba y como tu reafirmas, ya sea en la residencia, en la propia casa, o de cualquier forma. Tu opinión como especialista en la materia es muy bienvenida ;)
    Un abrazo amiga :)

    ResponderEliminar
  7. Escribes fenomenal, el artículo es emotivo y también reivindicativo de una figura los abuelos/as, que a lo largo de la historia de la Humanidad ( dentro de cualquier cultura, de cualquier rincón del planeta Tierra) han sido venerados y tratados como sabios. En la actualiad hemos perdido ese referente lo que nos hace más ignorantes.Hay un libro de Delibes " Las ratas" donde el protagonista es un niño, el Nini, que sabe interpretar los fenómenos de la naturaleza y decir cuando va a llover o no, por ejemplo, es un sabio y el secreto de su sabiduría no es otro que escuchar con entusiamos a los mayores , a diferencia del resto de los niños/as de su pueblo.
    " Somos víctimas del silencio de nuestros padres y culpables de la ignorancia de nuestros hijos" Dulce Chacón. Y el silencio fue impuesto por el miedo de lo vivido, pero también por la falta de interés de escuchar unas historias del pasado, de una guerra muy lejana, qué pena!!!!.

    ResponderEliminar
  8. Los abuelos, una figura que tenemos que tener muy presente, pues ellos guardan la sabiduría de tantos años de experiencia, las mejores historias son las de los abuelos, yo he tenido la gran suerte de vivir muchas cosas con ellos, las innumerables charlas que he tenido con ellos no se paga con todo el oro del mundo, me decía tantas cosas que yo en aquellos momentos no entendía, siempre preste mucha atención a sus palabras, pues mi abuelo y mi abuela fueron mucho mas que unos abuelos, fueron mis amigos, mis confesores.
    ellos murieron, pero nunca me han dejado, pues siempre los tengo en mis recuerdos, en mis pensamientos, especialmente a mi abuelo, para mi la persona mas sabia del mundo, el me enseño a ser optimista, a ver que por muy mal que este, siempre puedo sacar algo bueno, el me enseño a ser paciente, prudente y tantas cosas mas, el fue para mi una figura a tener en cuenta a inspirarme en el, sus vivencias aun las recuerdos, después de tanto tiempo, me dejo la mayor herencia que fue tanto tiempo con el, sus penas y sus alegrías.
    Solo me queda un pesar, que es que no han podido ver lo que ahora soy, lo que ahora tengo.
    Magnifica entraba Alba, muchas gracias por hacerme sentir tantas cosas al leerlo.

    ResponderEliminar
  9. Gracias Virginia por estrenarte en mi blog con un comentario tan ilustrativo, perfecto el ejemplo del Nini de un gran libro que sin duda hay que recomendar. Es justo a lo que me refería, así como se podría resumir también en esa frase de Chacón. Me encanta como completáis mis artículos con aportaciones de tan interesantes, te invito a que sigas haciéndolo en futuras entradas.

    Jorge, tu aportación esta vez de corte más sentimental, ilustra la otra cara de la moneda, la más humana y familiar.

    Entre los dos habéis sintetizado los dos aspectos clave del escrito: la reivindicación de la figura del abuelo como herramienta de conocimiento y saber, como elemento clave de la historiografía de sociedades, culturas y familias; junto con el aspecto puramente sentido de la aportación sentimental que estas personas nos trasmiten. Este tipo de comentarios ayudan a comprender mejor la intencionalidad del autor, por lo que debo daros las gracias :)

    ResponderEliminar
  10. De las residencias no voy a hablar porqué yo he trabajado en ellas.Lo que nos debe quedar claro es qué con la vida actual muchas familias no pueden hacerse cargo de sus mayores,pero aún es peor que no lo haga el estado y consienta residencias privadas don de sólo importa el negocio,no cuentanpara nada los abuelos y trabajadores
    A todos los qué aún teneis abuelos no lo dudeis jamás lo qué ellos os enseñen no lo hace la mejor universidad.Darles todo el qué tengais,siempre será poco,y si podeis escucharlos,algun dia lo entendereis.
    El árticulo FENOMENAL.

    ResponderEliminar

Gracias por tu opinión