viernes, 18 de marzo de 2011

Ana Pastor y la buena praxis

Soy consciente que me he deslizado un poco alejándome de lo estrictamente actual en términos periodísticos, que la entrevista de Ana Pastor a Mahmud Ahmadineyad fue hace ya días y que los titulares de hoy son otros, pero lo cierto es que llevo días pensando sobre el enfoque de un artículo como este, que no pretende analizar una entrevista que ya ha sido harto comentada, sino que pretende hacerle justicia a una profesional que ha demostrado serlo con todas las letras.

Ana Pastor, en una clase magistral de buena praxis periodística, no solo soportó estoicamente el envite constante del presidente de Irán, que intentaba reconducir la entrevista hacia su eterno argumento de presentar a occidente como padre de todos los males (el que tenga o no razón, no es la cuestión sobre la que me debato, y tampoco afirmo que todo lo que dijese fueran disparates), sino que insistió para sacar respuestas sumamente comprometidas guerreando entre el potente carácter de su entrevistado y el suyo propio, y sus preguntas.

No le tembló la voz a la hora de preguntar por los opositores presos, por la lapidación, por las condenas a homosexuales... obteniendo a cambio de su valentía incluso algún que otro improperio del tipo “¿es usted su abogada?” (al preguntar por la oposición) que pretendían sellar con sorna lo que sin duda era una pregunta incómoda. Pero ella no se rindió, ni ante la insistente postura del Presidente de cerrazón ante la posibilidad de que occidente se meta en asuntos de Irán. Si algo quedó claro en la entrevista, dentro de las respuestas prefabricadas y poco esclarecedoras que dio Ahmadineyad, es que él hace y plantea las cosas “a su manera” y le incomoda cualquier tipo de intromisión. A la vista quedó que no le gusta recibir lecciones de nadie, menos de occidentales, y menos de mujeres periodistas con preguntas comprometidas a las que no renuncian.

Si bien el desarrollo de la entrevista fue, por parte de la periodista, simplemente de una profesionalidad digna de unos pocos, siempre hay quien se queda con la anécdota, con el detalle insignificante. Se le cayó el velo. Pastor quedó con el cabello descubierto ante el Presidente de Irán. Eso no le quitó (desde mi punto de vista) ni un ápice de calidad a su trabajo, y ciertamente es algo que puede pasarle a cualquiera, pero he llegado a leer en la red conjeturas sobre si ella misma lo hubiera dejado caer para provocar al Presidente... en fin, este tipo de comentarios deberían simplemente ser pasados por alto por absurdos, pero la contestación de ella a estas personas que sacan punta a cualquier detalle no tiene desperdicio alguno, la opinión de la periodista es que la gente debe fijarse en las declaraciones del presidente, y que el entrevistador en sí no tiene por qué ser noticia. Bravo, Ana, gracias por recordarnos como funciona esto del periodismo, que con tanta soplagaitas del famoseo se nos estaba olvidando...

En definitiva, he escrito esto porque es de justicia reconocer el trabajo bien hecho, y porque son profesionales de esta talla los que nos vienen bien para sacar al periodismo de ese pozo fangoso de farándula e incredibilidad en que lo han sumergido unos pocos. Obviamente estos pocos no le llegan a Pastor, ni a algunos más, ni a la suela de los zapatos, pero todavía tenemos que aguantar oír como se autodefinen periodistas mientras gritan en sus corralas. En fin, pasemos también esto por alto y felicitemos a quien nos ha recordado lo que implica esta profesión a los que empezamos en ella y a los que se acercan a conocerla, gracias por recordarnos por qué nos metimos en esto (por lo menos en lo que a mí respecta) y todo lo bueno que podemos sacar de un trabajo bien hecho.


Por si alguien no lo ha visto...

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3 comentarios:

  1. Me encanta esta mujer haciendo entrevistas pero esta es muy aburrida. Lo único que he oído es que la culpa fue del cha cha chá (Estados Unidos y Europa). Para escuchar sólo esto he tenido que tragarme media hora de entrevista??? Jodío iraní. Es un hombre de pocos argumentos.

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  2. La verdad es que si ella insistía, él era bastante más cansino... pero bueno, ella lo hizo más que bien si le sumamos la dificultad de estar entrevistando a alguien que no quiere hablar.

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  3. Me resulta jocosa la insistencia de Mahmud en que 'no nos metamos en los asuntos de Irán'. Es curioso observar como no todos los países del mundo quieren pertenecer a la sombra de USA (Muy respetable) pero su insistencia al final resulta hasta molesta. No sé, quizás mi visión occidental me impide ver el asunto desde otra perspectiva que nos sea la cooperativa.

    Muy buen análisis, Alba.

    Manu UC.

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